Discurso de incorporación: “Doce palabras redobladas”
Resumen
Digo que la una es la una: la rueda de mi fortuna
Valeriano, el hombre, llegó una noche cuando todos dormían y golpeó en la casa de un pariente mío para decir que por favor fueran a la playa, que había naufragado y que su cuerpo muerto estaba allí. Pedía que lo subieran porque si no, lo iba a tapar la marea y ya no lo iban a encontrar. Necesitaba ser rescatado; volver a la tierra y “enterrar los huesos allí donde dejó el cordón”. Esta historia se susurra de unos a otros en una localidad cerca de Ancud. Sus conocedores siguen buscando la huella de Valeriano cuando necesitan aplacar el ruido de la desgracia o el cumplimiento de algún favor, porque tienen fe en las palabras.