Con Víctor como guía

 

 

Carola Martínez

 

La política es la constitución de una esfera de experiencia específica don- de se postula que ciertos objetos son comunes y se considera que ciertos sujetos son capaces de designar tales objetos y de argumentar sobre su

tema. [...]

Pues la política comienza precisamente cuando ese hecho imposible vuelve en razón, cuando esos y esas que no tienen el tiempo de hacer otra cosa que su trabajo se toman ese tiempo que no poseen para probar que sí son seres parlantes, que participan de un mundo común, y no animales furiosos o doloridos. Esa distribución y esa redistribución de los espacios y los tiempos, de los lugares y las identidades, de la palabra y el ruido, de lo visible y lo invisible, conforman lo que llamo el reparto de lo sensible. La actividad política reconfigura el reparto de lo sensible

(Ranciere, J. 2008 p. 5).

 

Durante esta conferencia voy a pensar acerca del rol de quienes escriben como creadores de historias pero también en su rol de artistas y de formadores de opinión. Porque quienes escribimos hacemos política. Aun cuando no queramos hacerlo.

1

No soy injusto, pero tampoco soy valiente Hoy me enseñaron el mundo tal cual es

Me lo mostraron con un dedo ensangrentado

y yo me apresuré a decir que sí, que por estaba bien.

3

Desde ese día dije que sí a todo:

mejor cobarde que hombre muerto, me decir. Y sólo por no caer en esas manos,

consentí en todo lo que no se puede consentir.

30

Como detesto bajezas y necesidades

mi arte no tiene aprobación en este tiempo. Porque a la mugre de vuestro mundo de maldades le hace falta -lo sé- mi consentimiento.

(Brecht: 2012. Pp. 178-188)


Este es un fragmento del poema “Balada del consentimiento a este mundo”, escrita entre 1931 y 1932. Bertolt fue perseguido por los nazis, por el stalinismo y por los aliados. Fue perseguido por sus poemas. No por otra cosa; su obra, esa era su militancia, su tarea. Sus poemas tenían una posición clara frente al mundo. Y además eran tremendamente bellos.

La aurora de Nueva York tiene cuatro columnas de cieno

y un huracán de negras palomas

que chapotean en las aguas podridas.

La aurora de Nueva York gime por las inmensas escaleras buscando entre las aristas nardos de angustia dibujada.

La aurora llega y nadie la recibe en su boca porque allí no hay mañana ni esperanza posible.

A veces las monedas en enjambres furiosos

taladran y devoran abandonados niños (Federico García Lorca:1929).

 

Este es un fragmento de “Aurora del Poeta en Nueva York”, de su libro Poeta en Nueva York. Escrito en 1929. Federico fue detenido y desaparecido el 18 de agosto de 1936 por el régimen dictatorial de Franco. Fue el poeta, dramaturgo y prosista español de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo XX.

Que no es guitarra de ricos ni cosa que se parezca

mi canto es de los andamios para alcanzar las estrellas, que el canto tiene sentido cuando palpita en las venas del que morirá cantando

las verdades verdaderas, no las lisonjas fugaces ni las famas extranjeras

sino el canto de una lonja hasta el fondo de la tierra. (Víctor Jara: 1973)

 

Este es un extracto de la canción “Manifiesto” del disco del mismo nombre grabado en 1973 por el sello Alerce.

Víctor Jara fue tomado prisionero el 12 de septiembre de 1973, torturado por días en el estadio Víctor Jara y asesinado con 40 balazos solo 3 días después del golpe militar. Cuentan testigos que un militar lo reconoció y que ese reconocimiento significó duras torturas.

Era tanto el odio por su labor artística que esa fue su sentencia. Lo buscaban por cielo y tierra. Lo odiaban, lo odian. Leí en un libro sobre Víctor escrito por Jorge Coulon que él se resistió fuertemente a involucrarse en política, se oponía al realismo socialista. Pero fue la


necesidad de mostrar lo que ocurría durante el gobierno de Salvador Allende y lo que veía como militante comunista que necesito escribir sobre eso en sus canciones.

Puede alguien decir que su arte está nublado por su ideología y, sin embargo, se atrevía a decir en su canción “Preguntas por Puerto Montt” de su disco Pongo en tus manos abiertas del año 1969 a una de las personas más poderosas de Chile:

Usted debe responder Señor Pérez Zujovic:

¿Por qué al pueblo indefenso Contestaron con fusil?”

 

Mientras estaba en un festival de la canción en el Colegio al que concurría su hijo, y ocurrió lo obvio, lo apedrearon.

Quienes estuvieron con él en el estado Chile narran cómo los militares le gritaban: “Canta ahora” mientras lo torturaban”.

Lo odiaban, lo odian. A quien odiaban era a su arte, lo que Víctor denunciaba. Lo odiaban, y voy a repetir esa palabra porque en tiempos de new age, la palabra odio tiene mala prensa, pero existe el odio porque existe el amor, existe el egoísmo, porque existe la entrega y la solidaridad. Porque los humanos somos seres extremadamente complejos. Por eso nuestro arte es tan maravilloso, porque sale de cabezas que son capaces de todo, de lo más sublime y lo más perverso.

Odiaban a ese que les había cantado las casitas del barrio alto, a ese que les había dicho “usté no es ná, ni chicha ni limoná”, a ese que con esa voz de campesino se hacía visible en todo el mundo.

El arte puede ser poderoso y eso el poder lo sabe.

En 1972 Allende estaba en el poder, era el presidente democráticamente elegido y ratificado por el congreso. Los niños y las niñas chilenos teníamos por primera vez a disposición medio litro de leche. Medio litro más de lo que nunca habíamos tenido.

Cuadro de texto:


Este afiche que estoy mostrando es de Santiago Nattino asesinado por la dictadura de Pinochet el año 1985. Yo era un bebé, no recuerdo nada. Nada de esa época donde mis padres fueron felices, donde me llevaron a marchas, trabajos voluntarios, donde escuché a Víctor cantar y a Neruda recitar sus poemas. Tampoco recuerdo cuando nos escondimos, ni recuerdo la Moneda en llamas. bombardeada por más de 15 minutos por aviones Hawker Hunter de la Fuerza Aérea de Chile hiriendo a los funcionarios que trabajaban en ella y rompiendo para siempre la tradición democrática de las fuerzas armadas. Tampoco recuerdo a los funcionarios saliendo apuntados por metralletas con las manos arriba y siendo trasladados a campos de concentración y exterminio en donde miles de chilenos y chilenas fueron torturados.

Cuadro de texto:

Esta impactante serie de fotomontajes realizados por Andrés Cruzat tiene el nombre de Fotomemoria sobre el 11 de Septiembre de 1973 en donde contrasta fotografía originales de Horacio Villalobos, Köen Wessing, Chas Gerretsen y David Burnett, con imágenes actuales del centro de Santiago.

Pero sí recuerdo lo que fue ocurriendo a medida que crecía. Los recuerdos me hacen ser quien soy. Soy militante marxista leninista y creo que me voy a morir así porque ese ser político es lo que me hace ser. En este año que se cumplieron 50 años del golpe militar, las huellas de los 19 años que estos seres nefastos estuvieron quedan plasmadas hasta hoy.

 

Muchos de nosotros, los niños y las niñas que crecimos en dictadura, si tuviésemos que elaborar un genograma familiar —difícil ejercicio que 2 veces les solicitan a nuestras hijas en las escuelas para cartografiar las relaciones entre quienes conforman su grupo familiar— tendríamos que incluir a ejecutados políticos, detenidos desaparecidos, exiliados, relegados, torturados, secuestrados y un sinfín de situaciones que los informes de las Comisiones de Verdad del país han calificado como casos de violaciones masivas y sistemáticas a los derechos humanos.

 

Dice Manuel Guerrero en su libro Sociología de la Masacre (2023 p.38), que les recomiendo fervientemente que lean.


En 1985 en Argentina se llevó a cabo el juicio a las juntas militares que gobernaron por la fuerza entre los años 1976 al año 1982. El fiscal Strassera terminó su alegato final con estas palabras:

 

Nos cabe la responsabilidad de fundar una paz basada no en el olvido, sino en la memoria; no en la violencia, sino en la justicia.

Esta es nuestra oportunidad y quizás sea la última.”

 

Y luego cerró de manera brillante con:

 

“Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: “Nunca más”.

 

A propósito de este movimiento de la sociedad civil y luego de las organizaciones de derechos humanos se garantizó que la impunidad no cayera sobre la sociedad y se sancionó la Ley de la Nación 25.633, cuyo artículo 1º establece:

“Institúyase el 24 de marzo como Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia en conmemoración de quienes resultaron víctimas del proceso iniciado en esa fecha del año 1976”.

La producción entonces sobre la temática y la forma de abordarla fueron dadas en la escuela desde la currícula y floreció. Pero no floreció solo en la cantidad de títulos, también lo hizo en la forma en que se aborda el tema. Cómo se nombra. Sabemos que cómo se nombra crea la realidad.

Los niños y las niñas argentinas pueden leer y reflexionar acerca de qué es lo que ocurrió durante la dictadura. Nadie se ofende, no ocurre nada extraordinario. De hecho, por ejemplo, nosotras desde el Plan de lectura de la Ciudad de Buenos Aires realizamos periódicamente materiales para trabajar en el aula y la biblioteca.

Uno de los primeros libros sobre el tema es Los sapos de la memoria de la argentina Graciela Bialet, publicado en 1997 y que lo pueden encontrar para descarga gratuita en la página web de la autora. Luego siguieron: A veinte años luz de Elsa Osorio editado en 1998 por Colihue. Piedra Papel o tijera de Inés Garland publicado por Alfaguara, ahora Loqueleo en 2009. El mar y la serpiente de Paula Bombara publicado por Norma en 2005. Piedra Libre De Jorge Grubisich publicado por SM en 2006. El que no salta es un holandés de Mario Méndez publicado por Atlántida 2019. Manuela en el umbral de Mercedes Pérez Sabbi, publicado por Edelvives en 2011. Los Ahogados de María Teresa Andruetto, publicado por Babel en 2018. Una muchacha muy bella de Julián López de Eterna Cadencia en 2013. Los que volvieron de Margara Averbach, publicado por Sudamericana en 2019.

Estos son algunos de los títulos, porque realmente son muchos. Se estableció una forma de contar la historia. El arte respondía a lo que ocurría y mostraba la verdad, contribuyendo a la conversación. De todas maneras, es interesante mirar desde lo discursivo cómo cada uno de los títulos da cuenta de lo que cada uno de los autores y autoras piensa, da cuenta de su postura ideológica y política y da cuenta de qué es lo que quiere relatar a los niños y niñas. Arma responde


y da cuenta de un relato. Ese relato genera una postura ideológica. Y así…Cada uno de estos libros contribuyó a crear una narrativa acerca de lo que ocurrió en Argentina durante la dictadura.

Y pensemos qué ocurrió en Chile. Pensemos cómo se fue construyendo el relato en Chile de lo que ocurrió a partir de ese martes funesto. Lo primero que ocurrió es que el régimen de Pinochet construyó una narrativa que aún se escucha en muchos discursos, que está presente en quienes están escribiendo la constitución, que repitieron funcionarios de los gobiernos de Piñera y de todos aquellos que reivindican a la dictadura como la salvadora de la economía. Y es obvio que lo hagan porque gracias a ella, ellos ganaron millones.

Lo cierto es que eso es mentira. Durante la dictadura, se tuvieron que crear los planes sociales en Chile para que la gente no muriera de hambre: el PEM y el POJ. Comprábamos el azúcar en bolsitas de 100 gramos. Nos desmayábamos de hambre en la escuela. Pasábamos frío. He escrito poemas sobre el frío que pasé en ese tiempo:

Si pienso en el frío

viajo cuarenta años en el tiempo

y estoy en Santa Rosa y Departamental con dos hermanas de la mano

con medias y jumper cuatro grados

la micro que no para porque pagamos escolar.

Si pienso en el frío pienso en los zapatos

en el par de zapatos húmedos de la lluvia anterior

secados al lado de la estufa del cuero duro

tieso

los calcetines

que suben y bajan por la pierna con el elástico viejo.

Si pienso en el frío

siento la lana áspera y picosa en el calzón de lana

las rodillas entumidas

los dedos llenos de sabañones que pican y pican.

Si pienso en el frío estoy ahí

en esa aula enorme

sentadas una detrás de la otra hora tras hora

soñando con el recreo


y el té dulzón

que va a repartir la monja.

Si pienso en el frío viene la nariz roja

el humo que sale de la boca y el juego

de hacerse grande y fumar.

Cada ráfaga de viento como un cuchillo contra la cara.1

 

Era un tiempo en el que nuestros padres se quedaban sin trabajo.Las fábricas quebraban y cerraban para siempre. Se destruía la industria nacional y se construía la cara más terrible del capitalismo (que acá le decimos neoliberalismo para que no suene que somos comunistas). Y no por nada las “apropiaciones” que se hacían en las poblaciones eran a los camiones de pollos y no a los de caudales.

Y mientras una parte de los artistas entretenía a Pinochet en el festival de Viña y a las familias con sábados gigantes y la Teletón, otra se comprometía aún a costa de su vida; Juán Radrigán ponía en el teatro su magnífica obra El Loco y la triste. Pedro Lemebel se ponía los tacos y escribía poesía. Y Schwenke y Nilo nos traían desde el sur la melancolía, su lluvia y su pobreza:

Y si alguno tiene prisa tiene que volver la vista ir mirando las vitrinas

que adornan las poblaciones o mirar hacia la calle

donde juegan esos niños

a pedir monedas de hambre aspirando pegamento

pa’ calmar tanto tormento que les da la economía cierto que da risa...

Pero yo creo que saben donde duermen esos niños congelados en el frío tendidos al pavimento colgando de las cornisas comiéndose a la justicia para darle tiempo al diario que se ocupe del deporte para distraer la mente


1  Este es un fragmento del poema “Si pienso en el frío” inédito de mi autoría y que responde a un poema de Liliana Ancalao, poeta mapuche que viven en Argentina.


para desviar la vista de este viaje

por nuestra historia por los conceptos... por el paisaje...2

 

Héctor Tizón señaló en un texto que escribió a propósito de su militancia y la escritura:

 

La tarea de un escritor no es la de cambiar la vida, sino reflejarla, fijarla y no dejarla morir en el olvido, para que los demás la observen una y otra vez, para que todos tengamos otra oportunidad, para que tengamos la ilusión o la ilusoria chance de vivir otra vez. Para ser otros.

El ideal que todo escritor persigue es el de convertir su obra en una gran metáfora del mundo y de la vida (Tizón, H.: 2005. Sin referencia de página.)

 

Es fundamental esta idea de que la tarea del escritor es mostrar la vida. Reflejarla, dar cuenta de lo que ocurre. No me imagino cómo pasar por sobre lo que ocurre sin que traspase, sin que te atraviese. Pero está de moda el artista que vive al margen de todo o peor aún el que utiliza lo que ocurre para su propio beneficio.

Hace un año y un poquito más, me da mucho dolor decir esto, inauguré las clases del diplomado en Lij de la Universidad Austral con una conferencia que se titulaba “Vamos por ancho camino”. En ella decía:

Chile está cambiando.

En este mismo momento estamos reescribiendo la constitución para poder comenzar a organizar el país de manera más igualitaria y amable. Para poner cuestiones humanas por sobre el dinero. Para pensar en la educación como un valor y no como un negocio. Para pensar en estudiar sin hipotecar el futuro nuestro y el de nuestra familia

En los días en los que escribo este texto también estoy leyendo un libro de la escritora francesa Annie Ernaux que se llama El acontecimiento, es un libro en el que la escritora cuenta el periplo que tiene que llevar a cabo para poder abortar. Ella dice en un momento “todo esto que escribo no va a tener sentido para quién lo lee porque desde hace muchos años que en Francia podemos abortar legalmente”. Y reflexiona acerca de las vicisitudes, las angustias, los miedos que no se van a entender con la potencia que tenían en ese momento. Y creo, quiero creer, que eso es lo que va a pasar con los chicos y chicas que van a poder ingresar a una universidad pública, laica y gratuita o van vivir en un país donde no se van a morir esperando un turno médico.

Vamos a tener que pensar cómo le vamos a contar todo lo que ocurrió en estos años en que hemos guardado silencio.

Quienes escribimos para niños y niñas hoy

y pretendemos que nuestras obras no sean desechables y puedan acompañar algunas generaciones, les estamos hablando a las infancias que por primera vez van a crecer, van a ser adolescentes y van a ser jóvenes sin la tremendamente injusta, dictatorial, violenta y clasista Constitución de 1980.

 

Bueno, no pasó. Y no solo hemos vuelto a fojas cero, estamos peor que recién salidos de la dictadura. Con la derecha intentando borrar toda la historia de un plumazo y el progresismo haciendo como que no pasa nada.

 


2  Es fragmento de la canción “El viaje” del grupo chileno Schwenke y Nilo, lanzado en 1983 por el sello Alerce con letras y música de Nelsón Schwenke y Marcelo Nilo.


La conmemoración por los 50 años fue pobre, improvisada y llena de vacíos. Tuvimos la oportunidad de cambiar la historia y la mayoría decidió que mejor no. Y el 10 de septiembre, que se desarrolló la marcha porque el gobierno no tiene ni siquiera la fuerza para decir que ese día es feriado y permitirnos a los familiares marchar al cementerio, fuimos reprimidos salvajemente y no pudimos llegar a rendirle tributo a nuestros muertos.

Esto que les voy a leer es una cita de Primo Levi en la que habla del décimo aniversario de los Lager (campos de concentración) de esta forma:

 

Es delicado, hoy, hablar de los Lager. Uno corre el riesgo de ser acusado de victimismo, o de amor gratuito por lo macabro, en la mejor de las hipótesis; en la peor, de mentir simple y llanamente, o quizá de atentar contra el pudor.

¿Puede justificarse este silencio? ¿Debemos tolerarlo nosotros, los supervivientes? ¿Deben tolerarlo aquellos que, fulminados por el espanto y el rechazo, asistieron entre golpes, insultos y gritos inhumanos, a la marcha de los vagones precintados, y, años más tarde, al regreso de los poquísimos supervivientes, quebrantados en cuerpo y espíritu? ¿Es justo que se considere cumplido el deber de prestar testimonio, deber que hasta hace poco se percibía como una necesidad y como una obligación inaplazable?

Sólo puede darse una respuesta. No es lícito olvidar, no es lícito callar. Si nosotros callamos.

¿quién hablará? No por cierto los culpables y sus cómplices. Si faltase nuestro testimonio, en un futuro no lejano las proezas de la bestialidad Nazi, por su propia enormidad, podrían quedar relegadas al mundo de las leyendas. Hablar, por tanto, es preciso.

Y sin embargo prevalece el silencio. Es un silencio que es fruto de una conciencia insegura, o incluso de la mala conciencia; es el silencio de quienes, viéndose incitados o forzados a expresar un juicio, tratan por todos los medios de desviar la discusión... (Levi, P.: 2010. Pp.29-30)

 

Si no somos nosotras las que levantamos la voz para contar, quién lo va a hacer, los cómplices de los asesinatos, los que se enriquecieron cuando Pinochet regalaba las empresas estatales a sus amigos. No. Ellos no van a hablar, son leales.

Son tan leales que los militares aún no rompen los pactos de silencio acerca de las atrocidades que cometieron, siguen muriendo sin decir nada, llevándose a la tumba el destino de nuestros familiares.

Albert Camus en su discurso de aceptación del Premio Nobel el 10 de diciembre de 1957


decía:


 

El artista se forja en ese perpetuo ir y venir de sí mismo hacia los demás, equidistante entre la belleza, sin la cual no puede vivir, y la comunidad, de la cual no puede desprenderse. Por eso, los verdaderos artistas no desdeñan nada; se obligan a comprender en vez de juzgar. Y si han de tomar partido en este mundo, sólo puede ser por una sociedad en la que, según la gran frase de Nietzsche, no ha de reinar el juez sino el creador, sea trabajador o intelectual.

Por lo mismo el papel de escritor es inseparable de difíciles deberes. Por definición no puede ponerse al servicio de quienes hacen la historia, sino al servicio de quienes la sufren. Si no lo hiciera, quedaría solo, privado hasta de su arte (Camus, A.: 1957. Sin referencia de página)


 

Y antes de terminar el discurso señala: “Es imposición del artista la negativa a mentir respecto de lo que se sabe y la resistencia ante la opresión.”

La negativa de mentir, la resistencia ante la opresión. Entonces yo tengo algo que decir en este punto.


Denuncio al régimen de ultraderecha de Netanyahu que utilizando el ataque terrorista de Hamas como excusa comenzó el exterminio sistemático de personas en Gaza, que al día de hoy según Save the Children 3600 niños menores de 12 años fueron asesinados. Y eso, señoras y señores, tiene un nombre: se llama Genocidio.

Y Denuncio a la organización terrorista de Hamas que está asesinando niñas y niños israelíes y tomando a civiles como rehenes. Vivos los llevaron, con vida los queremos.

El pueblo Palestino y el pueblo de Israel no son responsables de las políticas que llevan adelante sus gobiernos. En especial si son regímenes que subvierten la democracia como Netanyahu y Hamas. De la misma manera que nosotros los chilenos no fuimos responsables de que Pinochet haya estado del lado de los ingleses durante la guerra de Malvinas. Que son y serán Argentinas.

Por cómo es la producción de libros para niños y niñas en Chile hoy a 5o años, pensando en la cantidad de títulos y la forma de producción, pareciera que contar lo que ocurrió por 19 años a partir del 11 de septiembre de 1973 es narrar la historia de una parte muy pequeña de la población. Porque cuando reviso los catálogos encuentro poco o nada, y no existe el arrojo de hablarle a la infancia del horror. La valentía de decir la verdad. Y aquí me aparece la pregunta:

¿Cuál sería la necesidad de un artista de contar a la infancia sobre la dictadura? ¿Para qué? ¿Para qué contar el horror? ¿Cuál es el sentido?

 

…es una escritura concebida como máquina que hace hablar a la vida, una escritura a la vez más muda y más parlante que la palabra democrática: una palabra escrita sobre el cuerpo de las cosas, sustraída al apetito de los hijos e hijas de los plebeyos; pero también una palabra que nadie profiere, que no responde a alguna voluntad de significar y que expresa la verdad de las cosas así como los fósiles o las estrías de las piedras cargan su historia por escrito… (Ranciere: 2008. Op.cit. p 15)

 

Hacer hablar la vida.

De qué hablaría la vida hoy, de los niños que mueren en las poblaciones de hambre, de las personas sin ojos a causa de la represión, de los presos políticos que siguen en la cárcel. Hablaría de ese momento en el que fuimos uno solo, del momento en el que nos encontramos en las plazas y dijimos no eran 30 pesos si no 30 años.

Porque no somos solo esta abulia, el fracaso sostenido, también somos la fuerza, la alegría, el encuentro, la solidaridad, el compromiso.

Quieren ocultar la infamia que legaron de hace siglos pero el color de asesinos no borraran de sus caras ya fueron miles y miles

los que entregaron su sangre y en caudales generosos multiplicaron los panes.3

 


3  Fragmento de la canción de Víctor Jara: “Vientos del pueblo” del disco Manifiesto grabada en 1973 y dada a conocer en 1974.


Tiene sentido contar el horror, tiene sentido considerar que los niños y niñas son seres pensantes, seres políticos que pueden posicionarse y tener opinión.

El 10 de septiembre de 2013, un grupo de editores/as, escritores/as, ilustradores/as, libreros/as y mediadores/as publicó una carta en la que hacían un llamamiento:

 

Este 11 de septiembre se conmemoran 40 años del golpe de Estado de 1973, En ese contexto, y en medio de las múltiples expresiones de reflexión que estamos viendo a diario, nos preguntamos por el lugar, por la voz, que podría (¿debería?) tomar la literatura infantil chilena en este amplio espacio de discusión que por fin se está dando y que probablemente dure poco. ¿Ha dicho la literatura infantil chilena -los que la crean o los que la enseñan, los que la publican o los que la promueven, los que la leen o los que la escuchan- algo sobre la conmemoración de los 40 años del golpe de Estado de 1973? ¿Hemos hecho, dicho, organizado o discutido algo?

[...]

No se trata necesariamente de escribir libros para niños sobre la dictadura, ni se trata necesariamente de escribir libros que les enseñen a los niños lo que pasó para que no se repita. Se trata de algo mucho más sencillo, cuya posibilidad de futuro es, sin embargo, mucho menos probable… se trata de entender que como sector no somos inmunes al mundo exterior; que tenemos razón cuando decimos que los niños no son tontos, por lo que deberíamos tomarnos más en serio nuestras propias palabras; y que si queremos que se le a la literatura infantil el mismo valor que se le da a la literatura con mayúscula, deberíamos dejar de lado los tabúes y comportarnos como literatura con mayúscula.

 

Y no les leo la carta para dar cuenta que estamos en el mismo lugar, no tiene sentido, somos conscientes de eso. Les leo la carta porque ya es urgente despabilarse.

Los niños y niñas chilenos hoy ya no necesitan tanto contexto para entender un libro sobre la dictadura militar.

Vivieron el horror de miles de muertos. El horror del toque de queda. El horror de 400 personas sin ojos. De presos políticos. De infamia y nuevamente la impunidad. Y un congresista que dice que Pinochet es admirable. Y una senadora pide el juicio político de un ministro porque es gay. Y otra dice que una senadora que dejó ciega la represión no está ciega. Y la presidenta de la constituyente es abiertamente negacionista y pinochetista. Y podría seguir, porque la impunidad es contagiosa.

Entonces, hace 10 años se hizo el llamamiento y comencé a escribir una novela; la mandé a un premio. Quedó preseleccionada y hoy es parte del catálogo White Ravens y es Medalla Colibrí. La obra se llama Matilde y está disponible en la Biblioteca Pública Digital. Mi idea al escribirla era que los niños y las niñas chilenas pudieran comenzar la conversación de qué significó en la vida privada de una niña ficticia un acontecimiento histórico de esa magnitud.

Sabía que me iba a enfrentar a la imposición de no hablar de política, de no nombrar la dictadura, de dejar atrás el pasado. Y me he encontrado con un poco de todo. Con una circulación acotada, pero con una increíble recepción de los y las lectoras.

Cuando visito escuelas las preguntas siempre circulan en torno a lo ético. Porque los chicos y chicas entienden que la obra está hablando no solo de la historia, también de los silencios, los miedos, las cuestiones que le pueden pasar a una niña que crece en medio de la incertidumbre.

Y no estoy haciendo autobombo, estoy diciendo que como escritora y militante decidí que quería hablar de algo, aportar desde mi lugar de la escritura, aportar a la conversación y comprometerme.


Porque sin lugar a dudas eso me obliga a un compromiso. Y eso no siempre está bien visto porque hay una exigencia rara que te obliga a ser una escritora militante pero no hablar de política; a no decir, pero invitar.

Es muy difícil todo, porque tienes que hablar de dictadura, pero no adoctrinar. Porque el miedo es adoctrinar y -respecto a la dictadura- las posiciones que hay que adoptar frente a ella, yo no tengo problema en llenarle la cabeza a los niños y niñas para que repitan conmigo que fue una masacre organizada por civiles y militares para exterminar de manera consciente a quienes pensaban distinto, para instaurar un régimen capitalista que borró con las conquistas sociales.

Cito a María Teresa Andruetto:

 

Todo esto nos lleva a la relación del arte con las temáticas sociales y a aquella pregunta sartreana: Cuando un escritor se compromete, ¿qué es lo que se compromete? ¿La escritura o su persona? Es algo sobre lo que me interesa reflexionar, pues la misma escritura por la que camino, a menudo roza esos asuntos. Me ayudo otra vez en estas reflexiones con la palabra de Rancière, se da por sentado que hablar de ciertas cosas tiene una cierta eficacia, algo así como que un libro tiene una finalidad o una utilidad social porque muestra los problemas de una sociedad, porque muestra la dominación de unos sobre otros más pobres o más débiles. Se trata de una tradición mimética en la que se buscan asuntos condenables para condenarlos en la ficción y en los que sin embargo muchas veces las formas que se pretenden artísticas y comprometidas son conservadoras de las posiciones o ideologías que se quisieran rechazar o combatir. Esa idea –tan instalada todavía en el mundo de los libros infantiles y sobre todo en la llamada literatura juvenil– consiste en suponer que el arte nos mueve a la indignación porque nos muestra cosas que nos indignan, pero por supuesto que se supone mal o en todo caso de modo insuficiente, porque la escritura que se propone crear ficciones para que los niños conozcan la dominación, el abuso, la condición de las mujeres, la sexualidad, muchas veces valida modelos estéticos que ya eran viejos hace veinte o treinta años. Claro que esto no es una condición ineluctable, que depende de cómo resuelva el escritor ese problema. Las cuestiones más fuertes de la relación entre literatura y política llevan al realismo –dice Martín Kohan–, es decir, supeditan a la literatura a un tipo de representación de la realidad social y política y eso puede ser empobrecedor. El lenguaje puesto a disposición de las certezas conceptuales limita la potencia que la literatura tiene. Pero la articulación entre literatura y política no tiene por qué pasar necesariamente por esos términos, y ese es el desafío (...). Lo político, encuentra su mayor potencia literaria cuando el trabajo de formas y la elaboración de lenguaje están de por medio (Andruetto: 2018. Pp. 11-12).

 

Es totalmente entendible el miedo de Andruetto, el miedo de que el fin se coma al arte, que la necesidad de mostrar sea más importante que lo que se está mostrando. Que la necesidad de decir sea más importante que lo estético. Y puede pasar, puede ocurrir, pero yo misma estoy cambiando con respecto a algunas apreciaciones acerca de los libros.

Hay libros que son urgentes, hay libros que son necesarios. Independientemente de su calidad estética. En criollo, hay libros que son “feasos” en lo estético y literario, pero absolutamente necesarios en lo político. Y hay libros que son hermosos desde lo literario y estéticamente bellos, y políticamente tibios y hasta negadores. Entonces, y esto es importante dependiendo del momento político, cómplices.

Y aquí me pongo el sombrero de persona que trabaja en políticas de lectura y facilitadora de lecturas; yo tengo que poner en la balanza que es lo más importante en ese momento. Y ustedes también, qué es importante para este momento, que es lo que tengo que mirar en este momento político. Porque ambas opciones son importantes, pero según sea el clima histórico o el


momento político prima uno sobre otro. Y entonces es imprescindible encontrar esa veta política en los libros, encontrar a estos artistas involucrados.

Militar el arte. Hablar de política en los libros. Porque esta tremenda despolitización se da porque indudablemente el capitalismo ha hecho su trabajo y nos ha convencido que el arte y la política son asuntos separados. Y eso es mentira.

Nuestro país tiene una tradición de artistas que comprenden su rol social.

Un día para ti para todos, saldrá

desde tu corazón un rayo rojo,

florecerás también una mañana:

no te ha olvidado, no,

la primavera:

yo te lo digo,

yo te lo aseguro,

porque el cactus terrible, el erizado

hijo de las arenas, conversando conmigo

me encargó este mensaje

para tu corazón desconsolado.

Y ahora te lo digo

y me lo digo:

hermano, hermana, espera,

estoy seguro:

No nos olvidará la primavera.4

 

Por poemas como este lo mataron a Pablo Neruda, que hace muy poco se ha revelado que fue asesinado por el régimen de Pinochet.

La carta que he recibido Me pide contestación Yo pido que se propague Por toda la población

Que el león es un sanguinario En toda generación, si


4  Fragmento del poema Oda al cactus de la costa que forma parte de Las Nuevas Odas elementales.


Por suerte tengo guitarra Para llorar mi dolor

También tengo nueve hermanos Fuera del que se engrilló

Los nueve son comunistas Con el favor de mi Dios, si5

 

No necesito decir nada de nuestra hermosa Violeta.

Pero este compromiso no ha sido fácil que esté presente en la literatura para niños y niñas en Chile. Un poco porque el proceso de salida a la democracia ha sido difícil y sinuoso. Porque la industria editorial no promueve los libros que hablen sobre la dictadura y porque eso repercute en que los creadores y creadoras no estén interesados en pensar la temática. Sin embargo, hay excepciones hermosas.

Un diamante en el fondo de la tierra del colombiano Jairo Buitrago y Daniel Blanco Pantoja, publicado por Amanuta en 2015. La increíble muestra De un país sin nombre de Francisca Yañez. Muestra artística que Francisca viene presentando en distintos países del mundo desde 2016. La novela gráfica Los años de Allende de Rodrigo Elgueta y Carlos Reyes, publicado en Chile por Hueders en 2015. Y por esta misma dupla hace unos días salió Victor Jara un canto comprometido. Una biografía cómics publicada por Reservoir Books.

En general la increíble producción de novelas gráficas que capturan la mirada de los y las adolescentes: El golpe de Quique Palomo y Nicolás Cruz, publicado por Pehuen en 2014. Fuentealba 1973 publicado por Pehuen en 2017. Historias clandestinas de Ariel y Sol Rojas Lizana, publicado por Lom en 2014.

La nouvelle Space Invaders de Nona Fernandez, ganadora del premio Sor Juana Inés de la Cruz publicado en 2013. Una nouvelle que narra un recuerdo coral de un grupo de adolescentes en plena dictadura en los 80 y que tiene una increíble recepción entre los y las lectoras. Estas dos obras de Lola Larra: Sprinter sobre los niños en la Colonia dignidad (2016) publicado por Hueders y Al sur de la Alameda, publicado por Ekaré en 2014, sobre la revolución pingüina.

Álbum familiar de Sara Bertrand, publicado por Babel en 2017. Una novela hermosa e íntima sobre una familia en plena dictadura. Víctor de Elena Roco, ilustrada por Francisca Robles, publicada por Quilombo en 2015, que es de una belleza arrolladora. Una de las primeras obras sobre la dictadura chilena La composición de Antonio Skarmeta, publicada por Ekaré en 1998. El diario de Francisca, de Francisca Márquez publicado por LOM editores. Una obra que trabaja sobre los restos antropológicos del diario de vida de Francisca, una nena de 12 años para el 11 de septiembre. Historia de un oso de Antonia y Herrera y Gabriel Osorio, basado en el corto que fue premio Oscar 2016 y que particularmente encuentro un desacierto de editorial Zig Zag de ponerle palabras a un corto silente.

Y quiero detenerme en la obra Niños de María José Ferrada. Que tiene una primera edición realizada por editorial Grafito, ilustrada por Jorge Quién en 2013, que es la que yo tuve la suerte de presentar en la biblioteca Nacional en Argentina en el año 2014. Y la segunda edición


5   Fragmento de la canción de Violeta Parra “Los hambrientos piden pan. La carta” escrita por Violeta en 1957 y que forma parte del disco Canciones reencontradas en París de 1960.


es editada en Chile por Liberalia y en México por Alboroto, ilustrada por María Elena Valdez (2020).

Escrita a partir de la investigación de la poeta chilena sobre los niños y niñas asesinados por militares y las fuerzas de seguridad de Pinochet. María José investiga sus causas de muerte y escribe un poema sobre su vida. Es un acto de profunda valentía el de María José, realizar una investigación sobre asesinatos de niños y me imagino con el alma partida escribir un poema que celebre su vida. Reúnen los 33 casos que están consignados en los informes Valech y Rettig, como una forma de hacer justicia, porque en mi país todavía no existe la justicia. Los militares asesinos, los militares que ordenaron torturar y que torturaron, que desaparecieron, que ordenaron asesinar, que abrieron fuego contra población civil en una plaza en su mayoría no están detenidos, ni siquiera han sido juzgados y sigue vigente la ley de amnistía que sancionó Pinochet.

Y es entonces que el arte, se hace cargo de hacer un poco de justicia. Pero no solamente por los niños muertos, sino por todos los niños que crecimos en dictadura, todos esos que podemos contar nuestras tristezas, nuestros dolores y nuestros miedos. Me imagino que algo así le pasó a María José Ferrada y necesitó escribir este libro.

María José, con una prosa suave y amable nos presenta a los niños, con sus juegos, sus pensamientos, sus sueños. Sacándolos del estigma de víctimas. Porque ahí donde hay hoy un Detenido Desaparecido o un Ejecutado político, antes había un niñito, un chiquito de menos de 14 años, que tenía toda la vida por delante. Son treinta y tres los casos, uno de ellos el de Pablo Athanasiu, que fue encontrado por Abuelas en Argentina y que hace unos años dolorosamente decidió suicidarse.

Es interesante cómo cambian determinadas cuestiones estéticas, cambian profundamente la obra y responden también a cuestiones del momento. Para la monocromía de Jorge Quién le otorga a estos poemas un tono, una forma que para mí es más poderosa que los tonos suaves de la versión mexicana. Debe haber algo idiosincrático también en esa forma de manejo del color.

Una búsqueda del lector. Jorge no sé si está pensando en un lector niño. María Elena Valdez sí. Pero a mi parecer la ilustración de Quién, muestra mejor el dolor y deja entrever en estos tonos grises y celestes la herida que provoca en nuestro país la larga lista de niños y niñas asesinados por Pinochet. Pero claro, eso es solo una cuestión tan personal como el gusto en lo artístico.

De todas maneras, hay cuestiones hermosas de esta nueva edición. Las caras en la tapa, por ejemplo, ponerles caras a los niños es un tremendo acierto y un muy claro posicionamiento. Los niños y niñas tenían una vida por delante, tenían una cara que fue cegada por Pinochet y sus esbirros. Y acá gracias a la ilustración nos miran. Desde hace un tiempo vengo pensando en lo que se muestra, cómo se muestra y cuál es la intención.

Víctor Jara fue asesinado por sus ideas y cómo esas ideas daban forma a su arte. Victor presento en Lima para la televisión nacional la canción y llevó para eso unas imágenes realizadas en la poblaciones chilenas6. Él cuenta que Luchín es un bandido chiquito pero que con los cambios que están ocurriendo en el país podrá dentro de un tiempo dirigir una fábrica y ser un compañero. A Víctor esa palabra le era, como para mí, muy importante.


6  Víctor Jara realizó el concierto el 17 de julio de 1973; las imágenes de todo el concierto fueron preservadas por la Televisión Nacional Peruana.


Hay una tremenda marca de clase, de denuncia, de militancia, de posicionarse frente a las cuestiones que ocurren. Quiero que observen conmigo lo que hace Víctor en ese concierto y las imágenes que decide mostrar. Y ahora quiero que miren conmigo este libro que me parece estéticamente muy bello.

Cuadro de texto:  

Cuadro de texto:

 

No me atrevería a decir que hay algo que no esté bien desde lo estético. Pero observen la romantización que se hace de la pobreza: El corte que se hace del caballo. ¿Son así los caballos cartoneros de las poblaciones? No.

Y eso en un libro como este, con la intención del autor que además murió asesinado por sus ideas, había que ser cuidadoso en lo que querían mostrar y es muy particular todo porque realmente a golpe de vista todos decimos “ay que lindo el libro”, hasta que algo se rompe.

Y no es que me la agarre con la ilustradora o la editorial, no. Solo digo que si vas a ilustrar a Víctor, y vas a ilustrar Luchín, tienes que mostrar. No ocultar, no romantizar, no elidir. Si vas a ilustrar a Luchín tienes que dar cuenta de lo que Víctor hubiera querido. Lo que él hubiera esperado. Porque no está acá para decirte nada, porque lo asesinaron con 44 balazos. Él decía que el hombre es un creador, cantaba a las poblaciones y a las tomas. No romantizaba la pobreza, el murió asesinado luchando por terminarla para siempre.


En un texto que leí de Silvina Ocampo, una importantísima escritora argentina, ella decía más o menos que le aburrían sus amigas tan limpias y perfectas de la clase alta y le encantaban los niños pobres despeinados, y ahí mismo me agarró la misma crispadera.

 

Que les pasa, no somos fenómenos de circo para entretener a la gente aburrida. ¿No deberíamos denunciar la pobreza, combatir la miseria, militar para que los niños y niñas vivan y crezcan en un mundo más justo? ¿No habíamos quedado en que si hay niños como Luchín, que comen tierra y gusanos, había que abrir todas las jaulas para que vuelen como pájaros?

No sé si saben que tenemos en este momento la encuesta más alta de aceptación del genocida de Pinochet. Y no tengo tanto miedo de eso, ocurrió también en Alemania, fueron los hijos de los hijos los que fueron capaces de cambiar la historia. Porque nosotros callamos. Nuestro silencio cómplice tiene ahora sus frutos. Y estamos formando con nuestro arte a esa generación. A la que dijo no son 30 pesos son 30 años. Y la desoímos y ahora tenemos el congreso lleno de negacionistas. Y qué es lo que vamos a hacer.

Estamos en el año de la conmemoración de los 50 años del golpe militar que nos terminó como país y que generó esta larga y angosta faja de tierra llena de desigualdades e injusticias, profundas y antiguas injusticias. Barrios enteros sin agua ni gas, niños y niñas que mueren de hambre, prostitución infantil en el centro de Santiago.

Tenemos la oportunidad diaria de cambiar el mundo. De hablar sobre todo, desde el arte.

Hace 10 años escribí esto:

Es hora de romper el cerco.

Es hora de escribir sobre nuestras vivencias.

Es hora de armar corpus de libros que rompan con estas lógicas. Es hora de decidirse a editar libros que rompan con todo.

Es hora de hablarle al niño que fuimos con naturalidad, sin impostar la voz, sin tratarlo con condescendencia.

Es hora de honrar la infancia con libros que los remezcan, los obliguen a pensar, a sentir.

Como escritores podemos impactar en sus vidas con personajes que los acompañen para siempre. Como editores podemos editar sus libros favoritos.

Como ilustradores podemos cambiar su mirada estética y llenarla de colores. Como mediadores podemos elegir libros que les digan sos capaz de entender esto.

La memoria del pasado nos tiene que ayudar en el presente para no perder de vista que nuestro puesto de lucha es este, la palabra y a través de ella podemos trabajar para cambiar el mundo.

Y por medio del arte transformamos estos dolores en historias.

 

Tenemos la fuerza.

Tenemos el arte.

Lo tenemos a Víctor que nos marca, que nos dice, que nos habla:

Ahora quiero vivir

junto a mi hijo y mi hermano la primavera que todos

vamos construyendo a diario.


No me asusta la amenaza, patrones de la miseria,

la estrella de la esperanza continuará siendo nuestra.7

 

 

Bibliografía

 

Andruetto, María Teresa. (2018). Resistencia. Cuadernos de Alija. Argentina. Brecht, Bertolt. (2012). 80 poemas y canciones. Adriana Hidalgo. Argentina.

Camus, Albert. (1957). Discurso de aceptación del Premio Nóbel de Literatura. Disponible en la web.

Guerrero Antequera, Manuel. (2023). Sociología de la Masacre. Paidós. Chile.

Levi, Primo. (2010). “Deportados. Aniversario”, en Vivir para contar. Escribir tras Auschwitz.

Alpha Decay. España.

Lorca, Federico (1940). Poeta en Nueva York. Biblioteca Cervantes Virtual. Ranciere, Jaques. (2008). La política de la literatura. Libros del Zorzal. Argentina.

Tizón, Héctor. (2005). “Acerca del Rol de los escritores”. En la página web Letras del Uruguay, Espacio Latino.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


7   Fragmento de la canción “Vientos del Pueblo” del disco Manifiesto.