Teatro, comunicación y archivo: relaciones establecidas y posibilidades emergentes1

 

Theater, communication and archive: Established relationships and emerging possibilities

 

 

Constanza Alvarado Orellana2

Universidad Austral de Chile - Universidad de La Frontera

constanzalvarado@gmail.com

 

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Desde el ámbito profesional, la relación entre el teatro y las comunicaciones suele mane jarse con liviandad. Se dice que actores y actrices son comunicadoras por excelencia y varios de ellos, tanto en la historia como en la actualidad, en Chile y otras latitudes, se desempeñan como presentadores de televisión, locutores de radio, influencers en medios digitales, entre otros roles del ámbito de la comunicación. Y no es extraño oír que el teatro es ante todo un acto comunica- tivo, que una obra teatral comunica un mensaje dirigido al público, un entramado de significados a interpretar, o que el teatro en su mínima expresión se podría definir como la relación de comu nicación entre un actor y un espectador que comparten un mismo espacio y tiempo.

Si nos trasladamos al terreno académico, los cruces entre el teatro y las comunicaciones no se presentan con la misma fluidez. Se trata, sin duda, de espacios diferenciados con distintas agendas y trayectorias. Y pareciera que de un tiempo a esta parte y sobre todo con la instalación de medios masivos digitales, el teatro ha perdido su atractivo como tema de estudio para las comunicaciones, mientras que para la formación teatral, tanto escénica como investigativa, las teorías de las comunicaciones tampoco parecen suscitar especial interés.

Un caso paradigmático de vinculación entre el teatro y la comunicación en nuestro país fue la Escuela de Artes de la Comunicación (EAC) de la Pontificia Universidad Católica de Chile, que tuvo lugar de 1970 a 1978. Tras la Reforma Universitaria impulsada por las y los estudiantes de esta casa de estudios, y en concordancia con tiempos de fuerte compromiso social y político, esta escuela generó un espacio de formación integrada entre cine, teatro y televisión y estableció un marco de convergencia entre las ciencias sociales y las artes, convocando a estudiantes e investigadores al estudio de las expresiones artísticas, los medios populares y masivos de comunica ción y sus relaciones con la cultura, propiciando a su vez la participación de las artes en diversos


1 Recibido: 1/09/2022. Aceptado: 14/11/2022.

2 Constanza Alvarado es Actriz, Investigadora y Archivera. Licenciada en Actuación y Magíster en Artes por la Pon- tificia Universidad Católica de Chile, Candidata a Doctora en Comunicación por la Universidad Austral de Chile y la Universidad de La Frontera. Investigadora y archivera de la plataforma web Proyecto Arde. Profesora invitada del Diplomado en Arte Terapia de la Universidad Austral de Chile.


contextos sociales (Morel, 2013). Resulta de interés recordar que la EAC se constituyó junto a la creación de la Vicerrectoría de Comunicaciones de la universidad cuando, siguiendo la huella del educador brasileño Paulo Freire, se desplaza el concepto de “extensión” universitaria por el de “comunicación”, transformando la visión de la universidad como poseedora de un conocimiento que debe ser extendido, hacia la comprensión de la educación como una puesta en común y un diálogo constructivo entre diversos agentes sociales y comunidades (Freire, 2018).

Si bien es cierto que en los últimos años asistimos a una reactivación de los cruces disciplinares, entre las artes teatrales y las comunicaciones las relaciones siguen primando en el espacio profesional, sea en áreas como la difusión artística, el marketing y la mediación de públicos para proyectos culturales, y produciéndose mucho menos en el marco de estudios teóricos que favorezcan el encuentro entre ambas zonas del conocimiento. Aun así, nos atreveríamos a decir que, en el campo de los Estudios Teatrales, un espacio privilegiado para el diálogo teatro-comunicación lo ofrecen los archivos y las múltiples posibilidades de acción y reflexión que estos activan.

 

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En un sentido tradicional, el archivo nos remite a la institución que custodia y gestiona documentos históricos y administrativos que dan cuenta de la actividad de organizaciones y personas. Archivo es también una agrupación de documentos que han sido guardados por una per sona o un colectivo, sin la necesidad de una mediación institucional ni jerárquica, que evidencia sus prácticas y trayectorias a lo largo del tiempo.

En los últimos años, el archivo se ha transformado en un campo estratégico de disputa por los sentidos del pasado y el reconocimiento del valor de diversas subjetividades y colectividades en el presente en curso. Son muchas las comunidades, extendidas o específicas, que han constituido proyectos de archivo para poner en común sus historias, reclamar sus derechos, comunicar sus demandas sociales e imaginar futuros posibles.

En el caso de las artes escénicas, los archivos se han abierto como un campo para visibilizar los procesos de creación de compañías y artistas, organizar y poner a disposición pública las huellas de sus trayectorias y prácticas, derivando en un paulatino incremento de la conciencia histórica del propio sector, en la estimulación del uso creativo de documentos de archivo y, en sentido amplio, en la expansión de sus posibilidades comunicativas. El ejercicio del archivo dejó de ser algo pasivo y mecánico para transformarse en una plataforma que nos permite “pensarnos en la historia y tomar posiciones respecto a ésta, es decir, como un espacio de autorreflexión y empoderamiento” (Gutiérrez, 2018, p. 85).

 

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La emergencia de los Estudios Teatrales en el ámbito de la investigación académica es re lativamente reciente. A nivel global, se remonta a los años sesenta del siglo XX, cuando el teatro comienza un proceso de diferenciación disciplinaria desmarcándose de los Estudios Literarios y afirmando la centralidad de la performance y el “en vivo”, reconociendo al texto dramático como un elemento más entre otros componentes del entramado escénico (Balme, 2013). En este movimiento de autonomía y autorreferencialidad, la pregunta por la especificidad de lo teatral toma


un lugar central: ¿Es el teatro un dispositivo lúdico, de recreación y disfrute? ¿Es un juego de roles orientado a la representación de los principales conflictos humanos? ¿Es un modo específico de interacción y conocimiento que tiene al cuerpo, la palabra y la experiencia espectatorial como sus elementos fundantes?

En el marco de estas inquietudes, una deriva que nos resulta interesante a propósito del vínculo teatro-comunicación guarda relación con la potencialidad del arte teatral para generar una “reflexión comunitaria compleja”, donde lo teatral se empalma con otras formas rituales y performativas de la cultura, despertando la pregunta por su eficacia como forma y experiencia de conocimiento: “una de las características que identifican la percepción y la conciencia humanas es el desarrollo de la capacidad de reflexionar sobre quiénes somos y poder comunicarlo. El teatro y la performance son tipos de reflexión comunitaria complejos, profundamente enraizados en la cultura e históricamente específicos” (Zarilli et al., cit. en Balme, 2013, p. 189-190).

El acontecimiento teatral, entonces, como bien se ha señalado desde los Estudios Teatra- les, es por excelencia una experiencia efímera que sucede en el presente, pero que se encuentra inscrita en la trama de la historia y se orienta al ensayo de futuros posibles. Esto resulta válido tanto para el quehacer teatral en su concepción artística más canónica como para las prácticas teatrales que operan en las fronteras del ecosistema artístico especializado –teatro escolar, teatros aficionados, teatros comunitarios, entre otros. Y unas y otras formas de lo teatral reclaman por igual el derecho a ser sujeto/objeto de archivo.

 

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En una retrospectiva rápida sobre la relación entre teatro y sociedad en Chile durante el siglo XX, podemos señalar que su práctica fue considerada en las primeras décadas un instrumento de instrucción y conciencia social y un medio de expresión de los valores y la identidad nacional. Ya en los años sesenta y comienzo de los setenta el teatro se constituyó en una alternativa de lucha y transformación social, tras el Golpe de Estado y durante los ochenta en un modo de resistencia cultural y una vía para el fortalecimiento del tejido social. Los años de la transición a la democracia y particularmente los que siguen, en cambio, se definen por un teatro que cuestiona su función social y renuncia a ser el espejo de virtudes y defectos. Este proceso de creciente autorreferencia, la complejización de las operaciones del lenguaje artístico y la primacía de nuevos medios y tecnologías masivas de la comunicación agudizan la retracción del teatro en el terreno público. Se instala un fuerte cuestionamiento sobre la pérdida de su agencia social y política no sólo entre la crítica especializada y los públicos, sino también al interior de la producción creativa, transformándose en leitmotiv de obras que marcan el teatro chileno de los años dos mil (Kalaws ki, Opazo y Grass, 2018).

Durante los últimos años, sin embargo, presenciamos la emergencia de una nueva etapa del teatro en Chile, donde los cuestionamientos sobre su eficacia han disminuido en función de otros asuntos que se manifiestan con fuerza en la escena pública. Nos referimos a los movimientos sociales y procesos de transformación protagonizados por la ciudadanía, cuyo clímax toma forma en la Revuelta Social de octubre de 2019. En este nuevo marco revitalizador asistimos paralelamente a una diversificación del ecosistema teatral y a la reemergencia de agrupaciones y/o creadores que definen su práctica en términos de un teatro político, de compromiso social y/o


activista, en definitiva, a la reaparición de nuevas miradas que ven en el teatro un legítimo locus

de enunciación social y política.

Al calor de estos nuevos tiempos, el trabajo con los archivos adquiere renovados sentidos para nutrir la comprensión de la relación entre artes teatrales y procesos socioculturales. Relación que, desde una perspectiva sociocultural de la comunicación, se afianza en la conformación de subjetividades y colectivos y en la producción de sentidos mediados por esta práctica artística y cultural (Ruiz, 2004; Saintout, 2011).

Plantearemos las siguientes proposiciones que pueden ayudarnos a describir e interpretar algunas posibilidades heurísticas que abre la tríada teatro-archivo-comunicación: a) la investigación de las prácticas teatrales como un locus para profundizar en los modos de relación entre pares, las formas de organización, la socialización, expresividad y sentidos activados a través de esta práctica en tanto modalidad sociocultural; b) la atención a los sentidos atribuidos a la prác- tica teatral desde las y los actores sociales involucrados, poniendo especial atención a los procesos de subjetivación y configuración de identidades; c) la necesaria incorporación de las coordenadas sociales, temporales y políticas como aspectos fundamentales para el estudio de las prácticas y la relación que las y los sujetos establecen desde ellas con las estructuras sociales, sea en términos de acoplamiento y/o de resistencias.

 

5.

 

La experiencia que hemos desarrollado desde Proyecto ARDE articulando artes escénicas, prácticas culturales y archivos puede servir de referencia. Nos conformamos como colectivo multidisciplinario el año 2017 en Santiago de Chile para trabajar en torno a las humanidades digitales y actualmente seguimos dando forma a este proyecto desde las ciudades de Valdivia y Santiago, Chile, y desde Berlín y Passau, Alemania. Desarrollamos una plataforma web que alber- ga un archivo sobre artistas y prácticas culturales con fines de investigación, educación y disfru te. Proporcionamos acceso a documentos digitalizados –fotos, videos, material gráfico, bocetos, bitácoras, audios, etc.– en un marco abierto, libre y de dominio público. Diseñamos archivos de artistas con un interés particular en sus procesos de creación, poniendo en valor no sólo las obras finales, sino que también sus métodos de trabajo, los caminos recorridos para llegar a crear y la huella documental que acompaña este proceso. Generamos contenidos –cápsulas documentales, entrevistas, escritos y material gráfico– que invitan a la reflexión sobre las artes y buscan vincular a diversas audiencias con las voces y documentos de artistas y creadores.

Actualmente, Arde está integrado por el núcleo que forman Javiera Brignardello, licenciada en letras e investigadora; Katharina Eitner, socióloga y gestora cultural; Pía Gutiérrez, investigadora teatral y académica; Fabiola Neira, bibliotecóloga y archivera; y Constanza Alvarado, actriz e investigadora. Trabajamos también junto a Jordi Casanueva y Pablo Serrano, diseñadores de Estudio Ruiz; Felipe Álvarez, programador; Katherine Luke, audiovisualista; Javiera Calderón, diseñadora gráfica, entre otras y otros colaboradores.

Comprendemos los archivos como una forma de afianzar comunidades de aprendizaje y de resguardar memorias colectivas y como una herramienta de divulgación de las artes y la cultura. Creemos que los archivos aportan a la ciudadanía al permitir hacernos responsables de los relatos de nuestra historia y elegir las narrativas que se proyectan hacia el futuro.


6.

 

Entre las colecciones levantadas por Proyecto Arde, destacan dos que consideramos per tinente comentar en esta breve nota: “Huellas Mujeres” y “Huellas de Exilio”.

“Huellas Mujeres” nace cuando, tras venir trabajando con archivos de procesos de creación de compañías de teatro chilenas contemporáneas, decidimos enfocarnos en la producción cultural de mujeres creadoras, pasando de lo colectivo a lo personal. Este ejercicio conjunto contó con la participación de las mismas artistas para la selección del material a exhibirse y la colaboración de personas cercanas a ellas, como ocurrió en el caso de la poeta y performer Maha Vial (1955-2020).

Esta colección ofrece un viaje por la historia pasada y presente del arte en el país en la voz y memoria de estas mujeres, que permite al público visibilizar sus trayectorias y procesos de creación gracias a documentos como fotos, bocetos, artículos y entrevistas, conociendo más sobre estas artistas, entre las que figuran algunas estrechamente vinculadas al arte y la cultura de Valdivia y la Región de Los Ríos, como Margarita Poseck, cineasta y directora teatral; Claudia Rosales, profesora, directora y actriz; Marcela Cornejo, actriz y mascarera; Ana María Cabello, Ximena Schaaf y Patricia Campos, bailarinas, coreógrafas, docentes y gestoras (https://editorial. proyectoarde.org/lanzamos-huellas-mujeres/).

“Huellas de Exilio” es un trabajo de archivo que, a través de un levantamiento documen tal, explora la producción teatral de importantes creadores escénicos chilenos que vivieron el exi- lio político en Costa Rica en las décadas de los setenta y ochenta, como Bélgica Castro, Alejandro Sieveking, Sara Astica y Marcelo Gaete. La colección se encuentra de manera física en San José, pero gracias a este proyecto se puede acceder a los materiales a través de la plataforma Arde. El proyecto fue realizado junto a LaMAE, Fundación Memoria Artes Escénicas de Costa Rica.

El año 2020, en plena pandemia y confinamiento, el equipo de LaMAE nos contactó para que nos conociéramos a través de Zoom. Ambas somos organizaciones que trabajamos en torno a las memorias de las artes y somos archivos independientes y autogestionados. LaMAE tiene un archivo físico en una casa patrimonial en el centro de San José y nosotras vivimos en el mundo digital. Ambas somos colectivos liderados principalmente por mujeres. En esa reunión, LaMAE nos contó que dentro de su archivo físico están los materiales de teatristas chilenos exilia- dos en Costa Rica: afiches, programas de mano y fotografías, que se encontraban resguardados en cajas y carpetas, pero sin catalogación, digitalización ni posibilidades de difusión. Así, mediante el Fondo de las Artes Escénicas en su Convocatoria 2021, del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile, nos adjudicamos un proyecto para poder conocer y exhibir estos materiales a través de una colección digital. El objetivo es aportar a resguardar y poner a disposición pública un material de profundo valor estético e histórico, que permite reflexionar sobre los procesos creativos realizados en contextos como el exilio (https://editorial.proyectoarde.org/ lanzamos-huellas-de-exilio-un-proyecto-de-arde-y-lamae-de-costa-rica/).

 

7.

 

Las posibilidades que la relación entre archivo y teatro activa son considerables si nos disponemos a experimentar este cruce de una manera creativa, dinámica y colaborativa. La co


municación se suma como un tercer elemento para seguir pensando esta interacción no sólo por el componente de información que suponen los documentos de archivo, sino también porque sus diversos usos implican una puesta en común y un diálogo entre generaciones, subjetividades y comunidades situadas en múltiples coordenadas sociales y temporales, contribuyendo, de este modo, al conocimiento y reconocimiento de esta práctica artística y cultural en su sentido histó rico, presente y en su capacidad para seguir imaginando futuros por venir.3

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


3 Esta nota es una síntesis que integra dos ensayos elaborados en los cursos Comunicación y Cultura I y II del Doc- torado en Comunicación de la Universidad Austral de Chile y la Universidad de La Frontera. Los apartados referidos al trabajo del Proyecto ARDE forman parte de relatos que hemos elaborado como colectivo. Agradezco a Adolfo Albornoz, editor invitado de este número de Documentos Lingüísticos y Literarios, por favorecer esta articulación entre distintas reflexiones y conversaciones en las que he tenido el privilegio de participar.


 

 

Bibliografía

 

Balme, C. (2013). Introducción a los estudios teatrales. Frontera Sur.

Freire, P. (2018). ¿Extensión o comunicación? La concientización en el medio rural. Siglo Vein- tiuno.

Gutiérrez, P. (2018). “Proyecto Arde: investigación y colaboración en torno a las artes escénicas”.

Teatro: Criação e Construção de Conhecimento 6(1): 84-93.

Kalawski, A., Opazo, C. y Grass, M. (2018). “Mi dulce, mi querido, mi bello teatro crítica: diá- logo sobre la función del teatro y la crítica desde el Chile actual”. Literatura y Lingüística 37: 163-179.

Morel, C. (2013). Memoria histórica Escuela de Teatro UC (1979-2009): en la senda de la Escuela de Artes de la Comunicación. Andrade.

Ruiz, E. (2004). “Ver a las mediaciones simplemente como unidades nos hace caer en un error: la fragmentación. Una propuesta metodológica para la investigación de las mediaciones”. Punto Cero 9(8): 64-68.

Saintout, F. (2011). “Los estudios socioculturales de la comunicación: un mapa desplazado”.

Revista Latinoamericana de Ciencias de la Comunicación 8-9: 144-153.