La primera vez que fui al Parque Oncol...

 

Lucía Aguayo

Universidad Austral del Chile

 

 

            La primera vez que fui al Parque Oncol, lo que más me llamó la atención fue el olor a bosque que uno siente a medida que va caminando por la Selva Valdiviana. Han sido varias visitas, pero cada vez que voy me he ido hechizando más por ese lugar mágico en el que he ido conociendo más acerca de la vegetación que hay en nuestra zona, puesto que debido a mi formación citadina, nunca tuve mucho acceso a ese encanto que uno puede encontrar en la naturaleza. El canto del chucao, los helechos en el camino, los canelos y los mañíos hembras y machos que se ven a cada paso. 

 

 

            Este año, tuve la oportunidad de conocer a don Pascual, un hombre muy sabio que ha vivido toda su vida cerca de ese lugar. Me estuvo enseñando cómo recolectar algunos tipos de hongos y hierbas, y ahí aprendí que lo mejor para una baja de azúcar son los chupones, que funcionan mejor que cualquier néctar de marca comercial. También supe que la hoja de la tepa se utiliza para aromatizar pescados grasos, y que el hongo que sale en la luma, llamado habitualmente “oreja de palo”, sirve como expectorante cuando uno está enfermo de los bronquios. También me contó que la corteza del tineo sirve para cicatrizar heridas, y no pude evitar recordar al Abuelo Tineo, ese árbol enorme que está en el sendero camino a la cima del cerro Oncol, cuya data se estima tiene más de 600 años el querido veterano al que paso a abrazar cada vez que voy.