POESÍA TEMPRANA DE VERÓNICA ZONDEK

 

 

 

SABER QUE ESPERAN

 

Esperan.

Agazapan vista en míseras rejillas

                              y prados enloquecidos.

 

Es que aún veo como sangro

con ojo de viajera emancipada

y me veo voltereta

con ojo de festival lícito

y me veo carne

con ojo de futuro deshecho

y me veo total

      menos polvo

      menos vuelta y vuelta

hasta saltar mi cuero e inyectarme de a poco

ahogada en el sacro quehacer inagotable

para menguar al dios frente a los edificios

        cicatrizar la explosión con un parche interino

        morder cuerdas

andar despavorida

encontrar la mirada de los leones

 

y saber que esperan.

 

 

 

de Entrecielo y entrelínea (1984)

 

 

 

 

 

DISFRAZ

 

Piensa la vergüenza de la amenaza en su disfraz.

 

El espasmo herido desmorona certezas.

 

Ahora

aprieta el aire

                  y la luz es sólo una posibilidad.

 

de La sombra tras el muro (1985)

 

                       

 

 

                        I

 

Todo animal en su piel

                                  yo en la mía

Todo animal en su sangre

                                      yo en la mía

Toda piel y su sangre

toda sangre y su terrón

todo terrón y su planta

toda planta y su animal

y todo

            pronto a repartir moléculas en rendija de muro.

Crece poco el hombre

                                    su cuerpo inmenso

                                    su mirar sepulto

 

Crece la tristeza de su conquista.

 

Crecen trincheras

            hambre

            espánto volatil

y hay quien perfora esa bala

que balancea triste un cuello joven. 

 

 

                        IX

 

Indago corrientes al río en la oscura salida

 

El cielo en llamas cae magno

mas el vientre oscila en su cuna.

Tras el muro se revuelcan las alas en ceniza

                        e insectos caen a besar el suelo.

 

Y en la urbe que desmaya

                                    persiste el baile.

 

Una cicatriz contrae la mirada.

 

Fragmento de La vigilia de la carne, cuarta parte de El hueso de la memoria (1988)

 

 

 

 

 

 

TU SOMBRA NOS EXPONE AL INTERROGATORIO.

 

Tu sombra nos veja.

Tu sombra convierte mi escupo en palabra.

Mi palabra se aja y me aja.

 

 

 

 

MAS HAS DE SABER QUE EL SILENCIO TAMBIÉN HABLA.

 

 

Estrepitosa

me descorcho botella.

Mi genio oculto invade.

Soy

en el cuarto candente.

Soy mucha saliva

y muchas palabras que hilan inconcluso.

 

 

 

Su pulso altera mi tripa

                  mi cuerpo ovillo

                  mi pequeño feto incrustado en su mira.

Su vejamen se expone ahí en mi desahucio

y la mar sube a lamerme fría

y me envuelve el rostro

                el caudal templado

Y ME INCRUSTO EN TU PÁRAMO

y te lo mojo a rajatabla

CON TODA MI CATEDRAL DE MUJER ÓSEA DESHECHA

triturada

INMENSA COSTRA SOBRE LÁPIDAS MUDAS

más allá

mucho más allá del alarido.

Así

este rito en fragua que inunda tu lutoficción

yace en la vitrina embalsamado

y expira.

 

Ya no me importas nada.

 

 

 

No me importan tus cejas depiladas

ni mis piernas preciosas

porque la exposición es inmenso paular

en medio de espectros con prisa

ahí

media hora

sobre los bancos que lloran su propia pena

y olvidan ya

tu rostro que decrece

por otros que vienen más carnosos

frescos y rosados

 

EN LA NOCHE QUE RECIÉN COMIENZA.

 

 

 

del Vagido (1990)

 

 

 

 

 

 

 

XX

 

 

Para partirte niño

parto me doy

partiendo

me

ahora

tuya

encuerpado otro

sangrándome mi mí

parto

parto partida

para partir parir descalza

como empezando.

Me engajo entera

y no me siento tiento

tentándome al desgajo continuo

que voy dejándome

en el camino.