POESÍA TEMPRANA DE ROSABETTY MUÑOZ
A Rimbaud
«Para volver a vernos mañana, como siempre».
(Inscripción en Nicho 31, Cementerio de Valdivia)
Si supieras, Rimbaud
cómo está la vida en estos días
volverías a irte
y con los nuevos adelantos,
le darías unas cuantas vueltas
a nuestro pobre mundo.
Porque es verdad que todo es difícil.
Es verdad que solemos pasear nuestra precariedad
en los colectivos
gritando por la salvación del alma.
Es verdad que nuestros cementerios crecen
los llenamos de flores
y mandamos a escribir las esperanzas en cemento.
Y es verdad, también,
que necesitamos fuerzas como la tuya
para tomar por asalto la poesía.
Sí, seguimos sufriendo por las mismas cosas.
Pero tú elegiste meterte de cabeza en el engranaje
declarando inalcanzable la maravilla
y nosotros sólo desearíamos
que hayas estado equivocado
o que algún resabio de perversidad
te haya hecho callar otra verdad definitiva.
Porque, Rimbaud,
el hombre no puede ser tan poca cosa.
1.
Éramos los elegidos
la gran familia del pan inagotable
que cantaban a voz en cuello los profetas.
Tú y yo los escuchamos todavía
desde esta ciudad más pequeña que el mundo.
Los escuchamos,
no para creernos el viejo paraíso
(tenemos demasiados siglos de intemperie encima)
pero sus palabras tienen la solemnidad
que queremos para nuestras pobres esperanzas
sus palabras eran divinas como la noche
y el pueblo las seguía.
Hoy, que no tenemos profetas
y apenas podemos con la desgracia
de estar abandonados,
los escuchamos
con la terrible convicción
de que el dolor es el único lenguaje
que traspasará la historia.
2.
Todo lo hemos perdido
la primera visión, el dolor con dignidad
la mirada complacida de los dioses.
Ya no somos capaces de ofrecer sacrificios
para ganarnos la permanencia.
Éramos los elegidos
y aquí estamos, parados
en mitad de este siglo
con el alma descosida
mientras explotan las desgracias a nuestro lado
como bombas de tiempo
condenados a los cantos lastimeros
a esta vida llena de consuelos baratos
mirándonos los unos a los otros
sin saber qué hacer
con estos días que a veces parecen tan largos.
3.
¿Dónde se fueron
los que no podían guiarnos en la noche?
¿Dónde los hermanos
que soñaban con la tierra prometida?
El terrible Cronos
nos ha ido quitando el asombro
y la vergüenza.
El terrible Cronos
nos empuja vida abajo
donde la única verdad que permanece
está clavada como las cruces en la tierra.
Pero henos aquí todavía.
Unos cuantos agonizando con los ojos abiertos
con el corazón pidiendo a gritos
volver a vivir el viejo ardid
de creernos elegidos.