Ana María Mopty de Kiorcheff
Universidad Nacional de Tucumán

Greguerías y microrrelatos

Resumen

En el prólogo a su libro Greguerías, Gómez de la Serna propone los principios artísticos que guían este nuevo género literario, cuyos elementos principales son la brevedad, la metáfora y el humor. Relacionando la retórica y la visión de mundo de este tipo de texto, podemos comprender las formas que semejan y diferencian las greguerías de los microrelatos, y así cubrir a peculiaridad textual de ambos géneros literarios.

Francisco Gómez de la Serna publicó en 1945 su libro Greguerías. El análisis de estos textos y de los microrrelatos actuales nos hacen pensar en una comunidad de principios artísticos, que se desprenden del prólogo del autor español. Gómez de la Serna inicia su libro con un reconocimiento a Oliverio Girondo, y dice:

Dedico este libro al escritor más original y fantasmagórico de la literatura argentina, a Oliverio Girondo, prócer según el notable estilo de los prototipos, entrañable y viejo amigo, admirado poeta.

Las palabras con que lo nombra son ya indicativas de la identidad o propósito en que se inscribe el español: la originalidad. Gómez de la Serna declara que la obra a la que hacemos referencia surgió como resultado de una “mezcla”, donde se valora la instantaneidad, la autenticidad que da ritmo más libre a la prosa. Sin embargo, aclara, no son producto de la improvisación por cuanto tienen que ser lentas y naturales. El creador agrega también que es una manera de definir lo indefinible, de capturar lo pasajero.

vidaLos conceptos de “instantaneidad”, “mezcla”, “hibridez genérica”, lo aproximan a la caracterización que se hace del minicuento por su indefinición genérica y por la espontaneidad de su prosa. Son numerosos los ensayistas que se cuestionan la filiación genérica, entre ellos, Lauro Zavala:

...un rasgo común a todos estos tipos de textos es su tendencia lúdica a la hibridación genérica, especialmente en relación con el poema en prosa, el ensayo, la crónica y otros géneros de naturaleza no narrativa (1996: 73).

Volviendo al citado prólogo, Gómez de la Serna, señala que, entre los tropos usados por las greguerías, se destaca la metáfora, como elemento esencial, que traslada el sentido a otro figurado, en virtud de una comparación tácita. Aclara el español que deben ser metáforas optimistas sin caer en lo cómico y este rasgo tiene que ver con la nueva literatura que es evasión y alegría, desvariando con gracia. Metáfora y elisión, practicadas en las greguerías, también lo acercan a la construcción del cuento breve por cuanto esta tipología potencia su expresión mediante los mencionados recursos literarios. Francisca Noguerol sostiene, refiriéndose al microrrelato:

...tras una prístina y engañosa transparencia hay un laborioso trabajo de sonidos y silencios, de lazos internos superficiales y profundos que despliegan una textura similar a la poética (1996: 152).

Agrega, además, el español otros ingredientes: oposición y contradicción y recomienda que deben ser audaces. Los cuentos mínimos también incorporan figuras y conceptos opuestos con el propósito de hacer surgir un efecto sorprendente que permita nuevas lecturas del texto breve. Estas figuras antitéticas asumen la forma de un ingrediente imprevisible o una analogía que llega a lo fantástico.

El español se refiere especialmente al humor y recomienda que su práctica no debe producir construcciones chabacanas ni demasiado poéticas, aunque todo se mejora y orienta gracias a la diversión. Esta libertad nos hace apreciar lo que él denomina liberación de la palabra, por la que todas las cosas puedan tener varios significados, presentando un sema como verdad y otro como paralelo. Así, confiesa que la greguería “es la pequeña urna cineraria que él necesitaba para sus cenizas cotidianas”, aunque no deja tristeza, porque el autor juega mientras las compone. Julio Miranda, refiriéndose al cuento breve indica que la minificción “es una propuesta de responsabilidad y libertad”(1996: 115).

Gómez de la Serna aclara que no es un género fácil, ya que trabaja la alusión remota y jeroglífica y pinta con un color indefinido, lo que define todo. Añade que es observador de lo pequeño, de lo microscópico con el fin de hacerlo agrandar porque, afirma:

La literatura se vuelve atómica por la misma razón por la que toda la curiosidad de la vida científica palpita alrededor del átomo... buscando el secreto de la creación en el misterio del átomo.

Sostiene que la constitución del mundo es fragmentario, su fondo atómico y su verdad, es disolvencia.

Refiriéndose a los nombres, el español aclara que los críticos han llamado a su producción –poesía en obleas– título que no le desagrada, también filosofía bailable, huevo de Colón, policromía del sentido natural, similitud alterada, burbujismo, microidea. Él amplía estos rótulos a su producción, asegurando que de dos buenas greguerías se pueden escribir los más grandes ensayos, como si ese aporte pudiera también ser la génesis de otros nombres posibles.

Reconocemos que ambas producciones: greguerías y microrrelatos participan de un principio de hetereogeneidad y diversidad que nos llevan a asociarlas. Ambas tipologías escriturarias están alentadas por directivas artísticas comunes, propias de la vanguardia y ejercitan la visión plástica de la realidad, lo que define que ambos discursos literarios carezcan de límites en su planteo enunciativo. Las dos tipologías escriturarias pueden ser traducidas, en la mayoría de los casos, a representaciones plásticas o metafóricas. Pareciera que lo que importa en la construcción es la traslación de la realidad a impresiones figurativas. Julio Miranda observa:

Reflexionando sobre el poema breve... lo he caracterizado como reacción al intento de totalización de la lírica precedente... como triunfo parcial de la visualidad y lo sensorial en su conjunto, sobre lo conceptual, postulando un nuevo equilibrio (1996: 112).

Vinculada a la visión plástica, encontramos la presencia animada de los objetos. Minicuento y greguerías establecen nuevas relaciones y significaciones a partir de los objetos extraídos de la cotidianeidad. Este atributo tiene como consecuencia la personificación. Aún las entidades más pequeñas aparecen revestidas con un indicio humanizador. A veces, sólo se nombra con particularidades mínimas y otras se lo identifica con una personalidad propia. Dentro del cuento breve, recordamos también los bestiarios con figuras de animales humanizados que incluyen muchos creadores de ficción breve, como lo ejemplifican un importante corpus de Monterroso. La humanización de objetos y animales incorpora frecuentemente una visión poética que consiste en mostrar o presentar las entidades inanimadas mediante un variado registro de relaciones analógicas.

El juego de analogías, practicado por ambas formas de enunciación, proporciona una tensión que determina una salida tangencial. Las cons-trucciones literarias estudiadas practican, con el fin de sorprender o agradar, una salida sorpresiva o humorística. A propósito, Andrea Bell, refiriéndose al cuento breve, señala que estas estructuras literarias se valen frecuentemente de “final sorpresivo o con un giro insólito, o poco agradable, o la revelación repentina de algún hecho que clarifica un aspecto diferente sobre los eventos narrados” (1996: 123).

Otra aproximación en cuanto a la construcción de estas entidades escriturarias es que ambas composiciones no presentan un proceso en desarrollo, lo que determina, a veces, la ausencia de la dimensión temporal. Esto no es una parti-cularidad relevante del minicuento, por cuanto, la mayoría de ellos incluye marcas de tiempo o secuenciación; sin embargo, una importante porción de ellos presenta una situación mínima, plena de tensión que apunta a su resolución final.

Se atribuye a las greguerías, el fragmentarismo, como resultado de revelación súbita, según indica su creador, como “mónadas” indepen-dientes, conservando su autonomía. Distintos estudiosos atribuyen fragmentarismo del escritor español no sólo para las greguerías, sino para toda su escritura por cuanto la discontinuidad pareciera constituir su nota dominante.

No podemos dejar de lado la particularidad enunciativa de las composiciones de Gómez de la Serna, donde el creador recrea continuamente el lenguaje. Al respecto, Rey Briones señala que el español descompone y recompone el universo, deshace y recrea los mecanismos de la literatura, desintegra y refunde, “en delirante amalgama, la anatomía de la realidad; inventa sucesos y colecciona imposibilidades, mira las cosas con ojos adánicos, como si en cada momento se creara el mundo” (1986: 285).

El microrrelato organiza su universo, descompone y recrea con mecanismos de la narrativa y la lírica, desintegrando, fundiendo lo real y metafórico. Amalgama inventando, invita a descubrir un universo que ante el lector y con su ayuda se va construyendo. Esta forma de escritura, a pesar de su aparente simplicidad, integra en su estructura, rasgos muy diversos. Podríamos señalar que la principal diferencia entre ambas formas analizadas es la narratividad de la ficción breve y su búsqueda de la belleza. Las greguerías no registran secuenciación ni marcas temporales, aunque algunas pueden presuponer una narración implícita, no es este su propósito. El ensayista Fernández Romero señala que “la greguería incluye en muchos casos un germen narrativo junto a una idea de tipo lírico” (1996: 432), como los textos siguientes:

Las cenizas de cigarro que quedan entre las páginas de los libros viejos son la mejor imagen de lo quedó en ellos de la vida del que los leyó.

El árbol orillero que se desgaja y se lanza a la deriva es el que tenía el sueño de ser barco.

Al decir “señoras y señores” en la conferencia, hay en la sala unos leones que levantan la cabeza con hambre feroz de carne de conferenciante.

En cuanto al lenguaje de Gómez de la Serna, Ricardo Fernández Romero (1996) sostiene que es una actitud emotiva por cuanto el creador rechaza el lenguaje y la estética del Realismo para hacerlo en un idioma de ambigüedades. Observamos que en la greguería el término real se iguala con el término imagen, que es, a su vez, objeto distorsionado, humorístico, con res-pecto al término real. Si la poesía es el arte de eludir directamente la escritura normal de la prosa, la greguería alude a una prosa que se apocopa y metaforiza. La metáfora no es el único, pero sí el más importante procedimiento literario de Gómez de la Serna, junto a la paronomasia y falsa etimología. De esta manera, la relación palabra /cosa no es problemática, sino productiva. Los vanguardistas, con Ramón Gómez de la Serna, descubrieron metáforas, fueron creadores coleccionistas de imágenes antes que artistas. Sabugo (1958) señala que no son tan espontáneas como pueden parecer, hay un juego y riesgo continuo para buscar lo sorprendente. No es una escritura natural, sino muy artificiosa. El creador define:

para crear greguerías hay que ordeñarse los pelos uno a uno.

Gómez de la Serna practica la desautomatización del lenguaje heredado para mirar de nuevo con libertad y sin prejuicios el mundo que lo rodea. Por lo tanto, no desprecia lo “irracional”, sino que lo incorpora en su afán de crear lo indecible a través de una nueva mirada. Fernández Romero sostiene que él esta siempre más allá de los “ismos”, cubismo, surrealismo, dadaísmo, ultraísmo y los incorpora a todos sin privilegiar ninguno. Construye y reconstruye el discurso indefinidamente y la escritura se transforma en inacabada, y absolutamente dinámica. Así, las palabras remiten siempre a otra palabra y no de manera directa a las cosas. Se acechan las cosas desde el lenguaje para no acabarlas nunca de nombrar e ir diciéndolas. Con respecto al micro-rrelato nos unimos al concepto de Andrea Bell, quien indica: “Los escritores de cuentos breves tienen que poder moverse sutilmente entre la concisión y la confusión, entre el sacar el provecho máximo de cada palabra y el quedarse con aquellas improductivas” (1996: 142).

Amancio Sabugo (1958) señala que el período filosófico del español incita el gesto audaz, sobrecargado de iniciativa, olvidando lo antiguo que ha manifestado el odio a la frase hecha. Se trata de una literatura revolucionaria, nueva, no consolidada, porque es una literatura todavía de transición. Por su parte, Fernández Moreno aclara que el literato del siglo XX comienza a sentir esa incapacidad para expresarse ante su realidad y se caracteriza por la búsqueda de un lenguaje nuevo. Gómez de la Serna, anota Sabugo, descalifica el viejo orden literario, hace una guerra a fondo contra la literatura anterior. Según él, la vieja literatura niega al autor, las cosas, los seres, el paisaje, porque él ama lo intrascendente, la contradicción, la paradoja externa. Defiende el imperio de lo pequeño, el cotidianismo de la vida. Manifestante de su siglo en la breve era de los vanguardistas, defiende la literatura rebelde pero burguesa y se pregona contrario a la “torre de marfil” de los modernistas.

Respecto a su filiación genérica, podríamos decir que la greguería es la base de un discurso que pretende escapar a los límites de los géneros. Como el microrrelato, la greguería fagocita su capacidad de expresarse para crear una tipología textual diferente que potencia imagen y palabra. Observamos que para Gómez de la Serna la literatura es un juego donde se evita lo solemne. El español practica la escritura irreverente, proclamando que, si la literatura es nueva, no puede ser heredera de los viejos cánones estéticos. En esto se diferencia del microrrelato que toma de la literatura anterior o canónica sus temas y formas de enunciación para concentrarlos, parodiarlos o recrearlos. Encuentra posibilidad en el juego que supone una filosofía de la vida, un gozar el mundo desde otra perspectiva. El arte de gozar la vida, disfrutando de su juego es una postura hedonista, enfrentando al destino trágico de la vida, y la greguería es la fusión, a veces no armónica, distorsionada, del humor y de la metáfora. Subyace el juego de la creación en un microcosmo de intuición y experiencia donde no se proclama la belleza como fin último, y en este propósito se distancia del microrrelato que busca también resonancias de la lírica.

Podríamos concluir que la greguería es un arte de la palabra, donde el contraste, la antítesis y la paradoja se combinan y sustancian para llegar a una sintética construcción inesperada. A veces, llega a la concisión más elemental: “exceso de fama: difamación”, a una conclusión tan barroca como “Pensamiento consolador: el gusano también morirá”. Pero la mayor parte de las greguerías se resuelve en humorismo amable.

Gómez de la Serna no estaba contra el modernismo, es hijo de él, de sus planteamientos estéticos, combatía el estilo decimonónico de frases amplias, perífrasis que no dejan ver las ideas. Se manifiesta contra la desmesura, contra la prosa vulgar, y proclama la brevedad y la metáfora esencial.

La greguería no sólo era su género literario, sino también su especial visión del mundo hecha en fragmentos, en espejos multiplicados, iluminadores, brillantes. Y tal cual señala Julio Miranda del minicuento, se aprecia, porque tiene que ver con algunas características de nuestra época: “falta de tiempo para leer, ritmo urgente de la vida urbana, saturación informativa que hace deseable lo mínimo y esencial” (1996: 109). Tomamos este último concepto sobre la validez de lo mínimo que nos permite reconstruir, participar en el momento de la creación para llevar para todo el día lo que hemos leído en unos pocos minutos. Brevedad, potencialidad, solidaridad del lector, son los efectos de estas expresiones breves.

El estudio realizado nos permite sintetizar esquemáticamente, como lo hiciera Gómez de la Serna:

Brevedad + Metáfora + Humor = Greguería

Brevedad + Narratividad + Lirismo = Microrrelato.

Bibliografía

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Sabugo, Amancio. 1988. Cuadernos Hispanoameri-canos 461: 7-27.

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Para citar este artículo

Ana María Mopty de Kiorcheff. 2003–2004 . «Greguerías y microrrelatos». Documentos Lingüísticos y Literarios 26-27: 20-22