(Primer esbozo en verso)
Reconciliadora, en la que nadie creía
ahora estás aquí; figura amigable
la que adoptas para mí, inmortal, pero
yo reconozco lo elevado
que hace doblegarse a mis rodillas,
y casi como un ciego debo
preguntarte, celestial, hacia dónde me llevas,
de dónde eres, ¡bienaventurada paz!
Yo solo sé esto, mortal no eres,
pues mucho puede aclararle a uno
un sabio o los amigos que se muestren fieles, pero cuando
aparece un dios sobre el cielo, la tierra y el mar
viene una claridad que lo renueva todo.
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(Erster Versentwurf)
Versöhnender der du nimmergeglaubt
Nun da bist, Freundesgestalt mir
Annimmist Unsterblicher, aber wohl
Erkenn ich das Hohe
Das mir die Knie beugt,
Und fast wie ein Blinder muß ich
Dich, himmlischer fragen wozu du mir,
Woher du seiest Friede!
Diß Eine weiß ich, sterbliches bist du nichts,
Denn manches mag ein Wieser oder
Der treuanblikenden Freunde einer erhellen, wenn aber
Ein Gott erscheint, auf Himmel und Erd und Meer
Kömt allerneuende Klarheit.
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Alguna vez nos alegró a nosotros, también,
de mañana, cuando el taller estaba tranquilo,
en los días de fiesta, y las flores en la quietud
florecían también ellas hermosas, y claras brotaban
las vivas fuentes.
Lejos resonaba el horrible canto de la comunidad,
donde semejante al vino sagrado, los dichos más secretos
envejecían, aunque fuesen violentos alguna vez, crecidos
en la tormenta del dios en el verano,
ciertamente que apaciguaban las preocupaciones
y las dudas, pero jamás supe cómo es que me sucedieran,
pues no existían al nacer, ¿por qué os vinisteis
una noche ya encima mío, que no
logré ver la tierra, y con esfuerzo tuve que
respiraros a vosotros, ¡aires celestiales!?
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Einst freueten wir uns auch,
Zur Morgenstunde wo stille die Weerkstatt war
Am Feiertag, dun die Blumen in der Stille,
Wohl blühten schöner auch sie und helle quillten lebendige
Brunnen.
Fern rauschte der Gemeinde schauerlicher Gesang,
Wo heiligem Wien gleich, die geheimeren Sprüche
Gealtert aber gewaltiger einst, aus Gottes
Gewittern aber gewaltiger einst, aus Gottes
Gewittern im Sommer gewachsen,
Die Sorgen doch mir stillen
Und die Zweifel aber nimmer wußt ich, wie mir geschah,
Denn kaum geboren, warum breitetet
Ihr mir schon über die Augen eine Nacht,
Daß ich die Erde nicht sah, und mühsam
Euch athmen mußt, ihr himmlischen Lüfte.
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Estaba predeterminado. Y el dios se reía,
cuando incontenibles, pero sujetas por sus cerros,
le bramaban enojadas las corrientes, en las férreas orillas;
de manera profunda, donde ningún día nombra a los enterrados.
Y ¡oh! que siempre tú, todopoderoso, me sostengas
también a mí, y me vigiles el alma que se escapa fácilmente,
por eso tengo hoy la fiesta, y al anochecer florece en la quietud y por
doquier el espíritu, y aunque se me pusiera gris la cabellera,
no obstante, yo aconsejaría que se procure a vosotros, amigos,
el banquete y el canto, y suficientes guirnaldas y tonos
en tiempos así, semejantes a jóvenes inmortales.
Y a muchos quisiera invitar,
pero ¡oh tú!
conocido en lo dorado,
junto a la fuente,
ilumina vuelto hacia los hombres con amistosa seriedad
bajo la palma siria, y los queridos te envolvían
de fieles nubes,
Hazte presente, muchacho, ahora, primero, pues antes de acabar
de decir
te reclamó, y rápidamente se ocultó aquella alegría, que
tú alcanzaras, y muy ensombrecedora se extendió por encima
tuyo
y de manera terrible una fatalidad,
Así rápidamente pasajero es todo lo celestial; pero no en vano.
Y sabiendo siempre la medida, con mano cuidadosa
toca la morada de los hombres
un dios, sólo por un instante
y nadie de ellos lo sabe, mas largamente
han de recordarlo y preguntar luego, quién era.
Pero cuando haya pasado un tiempo, lo conocerán.
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Zuvorbestimmt wars. Und es lächet Gott,
Wenn unaufhaltsam aber von seinen Bergen gehemmt
Ihm zürnend in den ehernen Ufern brausen die Ströme;
Tief wo kein Tag die begrabenen nennt.
Und o, daß immer allerhaltender, du auch mich
So haltest, und leichtentfliehende Seele mir sparest,
Drum hab ich heute das Fest, und abendlich in der Stille
Blüht rings der Geist und wär auch silbergrau mir die Loke,
Doch würd ich rathen, daß wir sorgten ihr Freunde
Fúr Gastmahl und Gesang, und Kränze genug und Töne
Bei solcher Zeit unsterblichen Jünglingen gleich.
Und manchen möcht ich laden
aber o du
im goldenen bekant
am Brunnen,
Es leuchtet zugethan den Menschen freundlichernst
unter den syrischen Palmen, und die lieben umhüllten
dich das treue Gewölk,
Sei gegenwärtig Jüngling, jezt erst, denn noch ehe du
ausgeredet
Rief es herab, und schnell verhüllt war jenes Freudige, das
Du reichtest, und weitumschattend breitete sich über dir
Und furchtbar ein Verhängniß,
So ist schnellvergänglich alles Himmlische, aber umsonst nicht.
Des Maases allzeit kundig rührt mit schonender Hand
Die Wohnungen der Menschen
Ein Gott an, einen Augenblik nur
Und sie wissen es nicht, doch lange
Gedenke sie daß, und fragen, wer es gewesen.
Wenn aber eine zeit vorbei ist, kennen sie es.
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Y humano alivio le sigue al agradecimiento,
pero al don divino lo hará por largos años
el sufrimiento primero y la locura,
que hace brillar el elevado rayo
suave en la época que sigue
a través del sagrado desierto,
por ello, ¡oh divino! hazte presente,
y más bello que nunca, sé tú,
oh reconciliador, ahora reconciliado, para que al
anochecer
con los amigos te nombremos, y cantemos
A los elevados, y junto a ti también otros estén.
Pues seco casi, se consumía entero
en las llamas del sacrificio el fuego sagrado
Allí envió el padre encendiéndose rápidamente
lo mas amado que el tenía,
para que inflamándose,
y si siguen alimentándose de estirpe en estirpe,
los hombres se hallarían tan colmados de bendiciones,
que cada uno se olvidaría bastante y en forma arrogante del cielo,
entonces hablo él ordenando que haya un nuevo comienzo
y ¡mira! lo que tú callaste
lo trajo la consumación de los tiempos
Lo sabías muy bien, pero no cuando vivías, ya que a morir
fuiste enviado;
Y era cada vez mas grande, pues su campo, como el mismo
dios de los dioses, ha de ser también uno de los otros.
Pero cuando llega la hora
como el maestro aparece él, desde el taller,
y otro es el vestido que trae y por eso
no uno de fiesta
como un signo de que también algo distinto
le ha sobrado en la obra.
Mas raro y grande aparece él.
Y de ese modo también tú
y nos deleitas, a los hijos de la amada tierra,
que nosotros, en la medida que nos hallemos
maduros para la fiesta, la celebremos todos y no
contemos a los dioses, uno ha de estar siempre para todos
¡semejante a la luz del sol! divina es
saludada en el declinar de tus días.
Y queriendo nos mantenemos ahora.
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Und menschlicher Wohlthat folget der Dank,
Auf göttliche Gaabe aber jahrlang
Das Laid erst und das Irrsaal,
Daß milder auf die folgende Zeit
Der hohe Stral
Durch heilihe Wildniß scheine
Darum, o Göttlicher! Sei gegenwärtig,
Und schöner, wie sonst, o sei
Versöhnender nun versöhnt daß wir des Abends
Mit den Freunden dich nennen, und singen
Von den Hohen, und neben dir noch andere sein.
Denn verseigt fast, all in Opferflammen
War ausgeathmet das heilige Feuer
Da schikte schnellentzündend der Vater
Das liebendste, was er hatte, herab
Damit entbrennend,
Und wenn fortzehrend von Geschlecht,
Die Menschen wären des Seegens zu voll,
Daß jeder sich genügt und übermüthig versgäße des Himmels,
Dann sprach er soll ein neues beginnen,
Und siehe! Was du verschwiegest,
Der Zeiten Vollendung hat es gebracht.
Wohl wußtest du es, aber nicht zu leben, zu sterben warst du
gesandt,
Und immer größer, denn sein Feld, wie der Götter Gott
Er selbst, muß einer der anderen auch seyn.
Wenn aber die Strunde schlägt
Wie der Meister tritt er, aus der Werkstatt,
Und ander Gewand nicht denn
Ein festliches ziehet er an
Zum Zeichen, daß boch anderes auch
Im Werk ihm übrig gewesen.
Geringer und größer erscheint er.
Und so auch du
Und gönnest uns, den Söhnen der liebenden Erde,
Daß wir, so viel herangewachsen
Der Feste sind, sie alle feiern und nicht
Die Götter zählen, Einer ist immer für alle
Mir gleich dem Sonnenlichte! Göttlicher sei
Am Abend deiner Tage gegrüßet.
Und mögen bleiben wir nun.
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(Segundo esbozo en verso)
Reconciliadora, en la que nadie creía
ahora estás aquí; figura amigable
la que adoptas para mí, inmortal, pero
yo reconozco lo elevado
que hace doblegarse a mis rodillas,
y casi como un ciego debo
preguntarte, celestial, hacia dónde me llevas,
de dónde eres, ¡bienaventurada paz!
Yo solo sé esto, mortal no eres,
pues mucho puede aclararle a uno
un sabio o los amigos que se muestren fieles, pero cuando
aparece un dios sobre el cielo, la tierra y el mar
viene una claridad que lo renueva todo.
Por eso tengo hoy la fiesta, y al anochecer florece en la quietud y por
doquier el espíritu, y aunque se me pusiera gris la cabellera,
no obstante, yo aconsejaría que se procure a vosotros, amigos,
el banquete y el canto, y suficientes guirnaldas y tonos
en tiempos así, semejantes a jóvenes inmortales.
Y a muchos quisiera invitar, pero ¡oh tú!
que te vuelves hacia los hombres con amistosa seriedad,
allí bajo la palma siria,
cerca de la ciudad, junto a la fuente, allí permanencias
El campo de trigo silbaba alrededor queda respiraba la frescura
de la oscuridad de la montaña consagrada,
y los queridos amigos, las fieles nubes
te envolvían a ti también, para que suave el rayo puro y osado
suave de arriba venga ¡oh muchacho! por el desierto
ah! pero oscuramente te cubría, en medio de la palabra
terrible y decisiva una mortal fatalidad. Así de rápidamente
pasajero es todo lo celeste; pero no en vano.
Pues, cuidadosamente, y sabiendo siempre la medida,
solo por un instante toca la morada de los hombres
un dios, de improviso, y ninguno lo sabe ¿quién?
Y hacia allá ha pasar toda arrogancia,
y a lugar sagrado tendrá que ir lo salvaje
desde lejano confín, y ejerciendo a tientas su locura
en lo divino le encontrará un destino allí. Nunca
sigue de buen modo a semejante regalo la gratitud.
Muy difícil resulta asir aquello,
Pues si quien lo diese no se contuviera
hace mucho que se habrían incendiado la cima y el suelo
por las bendiciones del hogar.
Pero de lo divino recibimos,
sin embargo, mucho. Nos fue dada la llama
en las manos, junto con el suelo y las mareas.
Y mucho más que de un modo humano
están aquellas con nosotros, familiarizados con las fuerzas
extrañas
Y los astros te enseñan a ti, que están
delante tuyo, y que jamás podrás tú igualarlos.
Pero para el que es todo vida, del que existen
muchas alegrías y cantos,
si de él uno es el hijo, un poderoso en la calma ha de ser,
pues ahora lo reconocemos,
ahora, que reconocemos al padre,
y para celebrar días de fiesta
el elevado, el espíritu, feliz se
ha inclinado hacia los hombres.
Para dominar él fue siempre muy grande
Y no menos que él, tan vasto como fuese su campo.
Un dios también puede, lo mismo que los mortales
eligen una jornada de trabajo y comparten todo destino,
que experimentan unos con otros, y cuando
retorna la paz, un lenguaje aparece
entre los vivos. Como un maestro entra él entonces, desde
el taller, pequeño y grande, y sin otro atuendo,
pues uno festivo
es el que trae puesto.
Pero las leyes que rigen entre los amantes
las del bello equilibrio, son válidas pues para todos
desde la tierra hasta arriba en el cielo.
Y el padre no reina así nunca solo allá arriba.
Otros están también junto a él.
Mucho ha experimentado el hombre. A muchos celestes ha nombrado,
desde que somos un diálogo
y podemos oír unos de otros.
Pues observad es el atardecer del tiempo.
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(Zweiter Versentwurf)
Versöhnender der du nimmergeglaubt
Nun da bist, Freundegestalt mir
Annimmst Unsterblicher, aber wohl
Erkenn ich das Hohe
Das mir die Knie beugt
Und fast wie ein Blinder muß ich
Dich, himmlischer fragen wozu du mir,
Woher du seiest, seeliger Friede!
Diß Eine weiß ich, sterbliches bist du nichts,
Denn manches mag ein Weiser oder
Der treuanblikenden Freunde einer erhellen, wenn aber
Ein Gott erscheint, auf Himmel und Erd und Meer
Kömt allerneuende Klarheit.
Drum hab ich heute das Fest, und abendlich in der Stille
Blüht rings der Geist und wär auch silbergrau mir die Loke,
Doch würd ich rathen, daß wir sorgten ihr Freunde
Für Gastmahl und Gesang, und Kränze genug und Töne
Bei solcher Zeit unsterblichen Jünglingen gleich.
Und manchen möcht’ ich laden, aber o du,
Der freundlich ernst den Menschen zugethan
Dort unter syrischer Palme
Wo nahe lag die Stadt am Brunnen gerne weiltest,
Das Kornfeld rauschte rings still athmete die Kühlung
Vom Dunkel des geweiheten Gebirgs,
Und die lieben Freunde, das treue Gewölk
Umschatteten dich auch, damit der reine, kühne
Durch Wildniß mild der Stral von oben kam o Jüngling!
Ach! Aber dunkler umschattete, mitten im Wort dich
Furchtbar entscheidend ein tödtlich Verhängniß. So ist schnell
Vergänglich alles Himmlische; aber umsonst nicht.
Denn schonend rührt, des Maases allzeit kundig
Nur einen Augenblik die Wohnungen der Menschen
Ein Gott an, unversehn, und keiner weiß es, wer?
Und kommen muß zum heiligen Ort das Wilde
Von Enden fern, und blindbetastend übt den Wahn
Am Göttlichen, und trift ein solchem Geschenke.
Zu schwer ist jenes zu fassen,
Denn wäre der es giebt, nicht sparsam
Längst Wäre vom Seegen des Heerds
Uns Gipfel und Boden entzündet.
Des Göttlichen aber empfiengen wir
Doch viel. Es ward die Flamm uns
In die Hände gegeben, und Boden und Meersfluth.
Viel mehr denn nur auf menschliche Weise,
Sind jene mit uns, die fremden Kräfte vertraut
Und es lehret das Gestirn dich, das
Vor Augen dir ist, doch nimmer kannst du ihm gleichen…
Dem Allebendigen aber von dem
Viel Freuden sind und Gesänge,
Ist einer ein Sohn, ein Ruhigmächtiger ist er,
Denn nun erkennen wir ihn,
Jezt da wir kennen den Vater,
Und Feiertage zu halten
Der Hohe sich, der Geist
Froh zu den Menschen geneigt hat.
Zur Herrschaft war der immer zu groß
Und geringer denn er, so weit es auch gereicher sein Feld.
Es mag ein Gott auch, Sterblichen gleich
Erwählen ein Tagewerk und theilen alles Schiksaal
Daß alle sich einander erfahren, und wenn
Die Stille wiederkehret, eine Sprache unter Lebenden
sei. Wie der Meister tritt er dann, aus der
Werkstatt, geringer und größer, und andres Gewand nicht
denn ein fest-
liches ziehet er an.
Die Geseze aber, die unter Liebenden gelten
Die schönausgleichenden sie sind dann allgeltend
Von der Erde bis hoch in den Himmel
Und der Vater thront nun nimmer oben allein.
Und andere sind noch bei ihm.
Viel hat erfahren der Mensch. Der Himmlischen viele genannt,
Seit ein Gespräch wir sind
Und hören Können voneinander.
Denn siehe es ist der Abend der Zeit.
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