Claudio Wagner
Universidad Austral de Chile
Los Estudios Dialectales en la Universidad Austral de Chile *
Errata
En la versión impresa del artículo “Los estudios dialectales
Resumen
El trabajo muestra el desarrollo de los estudios dialectales, especialmente los de geolingüística, en el sur de Chile, que son básicamente los que, desde la década del sesenta, ha estado llevando a cabo la Universidad Austral de Chile, y que han tenido repercusiones en el resto del país.
En un artículo publicado en Estudios Filológicos en 1983 –dedicado a la memoria de Guillermo Araya– señalábamos que “el real impulsor de la g. l. en Chile es Guillermo Araya, quien desarrolló su labor en la Universidad Austral de Valdivia entre 1957 y 1973” (7 y ss), aunque ya en la década del cuarenta el Instituto de Filología de la Universidad de Chile, dirigido por Rodolfo Oroz, daba a conocer, entre sus propósitos, uno directamente vinculado al método geográfico-lingüístico: elaborar lo que él llamaba el mapa lingüístico de Chile. Este intento, y alguna investigación inicial interesante de Ambrosio Rabanales y Luis Cifuentes en el Norte Chico a mediados de los cuarenta (1944-6: 157-220), es lo poco que hay hasta que en 1961 Araya publica un artículo introductorio y programático titulado “Conocimiento del español de Chile” (1961: 33-38), en el cual sostiene la necesidad de aplicar el método geolingüístico de manera sistemática en todo el país para conocer de primera mano la situación del español hablado en Chile. Resultado de su propósito de concretar sus proyectos, y del interés por la investigación lingüística que supo despertar en diversos estudiantes, fueron los equipos de trabajo que logró conformar a partir del año siguiente, y que muy pronto comenzaron a dar sus frutos. Así, en 1963 surge el primer estudio en el país de geografía lingüística propiamente tal, la tesis para obtener el título de Profesor de Castellano, de Claudio Wagner, “Geografía léxica valdiviana: el campo y la costa” (Universidad Austral de Chile).
Los seminarios sobre aplicación del método en el sur de Chile, iniciados en 1962 por Guillermo Araya y Gastón Gaínza, permitieron que nuevos estudiantes se interesaran por esta lingüística de campo. La experiencia adquirida en las encuestas, más la decisión de Araya de levantar un atlas lingüístico de la región sur del país, explican que en 1964 se hayan iniciado en el archipiélago de Chiloé encuestas preliminares en trece localidades, que tenían como propósito reconocer el terreno, familiarizarse con la características lingüísticas de la región y, sobre todo, reajustar el cuestionario de trabajo. En los años sucesivos se elaboraron otros aspectos del cuestionario, con lo cual ya se pudo probar en las restantes provincias de la zona sur del país.
El cuestionario definitivo estuvo listo hacia fines de 1967, y en el verano del año siguiente comenzaron las encuestas para el Atlas Lingüístico-Etnográfico del Sur de Chile (ALESUCH), en que participarían, además de Guillermo Araya, su director, Constantino Contreras, Mario Bernales y Claudio Wagner. En 1968, Araya publica un opúsculo sobre el ALESUCH, que incluye el cuestionario que se utilizaría en las encuestas. El material se termina de recoger en 1969, y los años siguientes serán dedicados a procesar manualmente los datos para elaborar la cartografía.
En el intertanto, y como resultado de la expedición lingüística de 1964, Contreras elabora su tesis profesional con un estudio lingüístico-folklórico de Chiloé sobre mitos y actividades laborales rudimentarias, parte del cual publica dos años más tarde en Estudios Filológicos (1966: 161-198). Algo semejante hace Bernales con un estudio lingüístico-etnográfico sobre agricultura y alimentación, que le permitirá publicar dos artículos en la misma revista (1967: 303-347 y 1969: 260-311).
De la misma época datan dos trabajos de Wagner publicados igualmente en Estudios Filológicos (1966: 199-240 y 1967: 246-302), que recogen algunos aspectos de su tesis ya mencionada, referentes al habla de la provincia de Valdivia. Luego seguirían otros estudios: el de Contreras sobre embarcaciones sureñas (1967: 171-224); de Bernales sobre la carreta de Chiloé (1970: 27-40); de Carlos Ramírez sobre el telar mapuche de Cautín (1970: 275-296) y sobre el habla rural de Cautín (1971: 197-250 y 1971ª: 307-344); de Guillermo Araya, en 1971, sobre la presentación del ALESUCH, sus características y algunos resultados obtenidos a partir del material todavía inédito.
En 1973 apareció publicado el primer tomo del ALESUCH, de cuatro o cinco que se proyectaban (Araya et al. 1973). Ese tomo sería lamentablemente el único, porque la intervención militar, al tiempo de privar del cargo y de la libertad a su director, también impedía la continuidad de la obra.
Sobre el volumen del ALESUCH aparecieron también trabajos interpretativos o explicativos: el de Contreras, de 1972 (337-368), sobre la distribución espacial de algunos elementos léxicos y sobre la expresión de afectividad en la lengua; el de Wagner, también de 1972 (281-290), sobre el condicionamiento y distribución de un peculiar diptongo uo en el área estudiada; el de Araya, publicado en 1976 (43-50), sobre la justificación de la frontera lingüística septentrional del ALESUCH.
La intervención militar significó, a la larga, la disolución del equipo de dialectología que había logrado consolidarse después de diez años, y con ello la suspensión de los estudios dialectales en la universidad. Sin embargo, lo realizado en Valdivia había repercutido en otros centros universitarios: en la Universidad de Concepción, donde, a partir de 1974, se llevan a cabo investigaciones dialectales de carácter léxico aprovechando el cuestionario del ALESUCH: sobre los juegos infantiles en la ciudad de Concepción, de Gloria Muñoz (1974: 89-106); sobre las embarcaciones y la pesca en la península de Tumbes, de Enrique Ruggeri (1974: 107-126); sobre el léxico de las minas de carbón de Lota, de Enrique Parada y Humberto Valdivieso (1974). También tuvo eco en la Universidad del Norte, de Antofagasta, donde se asumió la tarea de levantar un Atlas Lingüístico del Norte de Chile, siguiendo explícitamente el modelo del ALESUCH (Araya, Ángel 1978: 16-66). Desgraciadamente, este proyecto, iniciado en 1974, fue interrumpido en 1979 por falta de fondos, aunque logró producir varios trabajos monográficos y algunos artículos: de Orieta Véliz, Gustavo Rodríguez y Angel Araya (1978: 131-162); de Ángel Araya (1975: 29-55 y 1977: 95-110); de Gustavo Rodríguez, Orieta Véliz y Ángel Araya (1980: 179-192), de Ángel Araya, Orieta Véliz, Antonio Comis y Osvaldo Maya (1982).
Las Universidades del Norte y Austral fueron también las que contribuyeron no sólo a la formación en geolingüística de más de una generación de estudiantes, a través de la Dirección de Tesis, sino también a la exploración lingüística de decenas de lugares de nuestro país y al conocimiento de su habla a través de la aplicación del citado método: Socaire, Cámar, María Elena, Pedro de Valdivia, Oficina Alemania, Tocopilla, Mejillones, Coquimbo, Antofagasta, Taltal y Toconao, por el norte; Valdivia, Chiloé, Cautín, Concepción, Malleco, Linares y Punta Arenas, por el sur.
En 1983 reaparece la preocupación por la dialectología en la Universidad Austral, con una publicación de Wagner que hace un recuento de los estudios dialectales y de geolingüística realizados en Chile (1983: 7-23), y una serie de consideraciones, producto de la experiencia alcanzada, acerca de la elaboración de futuros estudios de geolingüística en el país, como anticipando el resurgimiento que vendría 10 años después. En efecto, en 1993 fue publicado en México otro trabajo del mismo autor, sobre la aplicación del método geolingüístico en situaciones de contacto de lenguas, ampliación de una ponencia presentada en Heidelberg en el marco de un simposio sobre nuevas perspectivas de la geolingüística románica (1993: 393-399). Ese mismo año, como producto del interés de Manuel Alvar por encuestar el país como parte del territorio del Atlas lingüístico de Hispanoamérica, se constituyó en la Universidad Austral un equipo de trabajo dirigido por Claudio Wagner e integrado, además, por Gustavo Rodríguez, Carlos Ramírez y Luis Tecas, que en dos años realizó, por encargo de Alvar, encuestas en las 28 localidades programadas para Chile. El material resultante se encuentra desde 1995 en España a la espera de su publicación, cuestión que se ve difícil, si se considera que hace muy poco fallecieron los dos directores del ALH: Manuel Alvar y Antonio Quilis.
Sólo se alcanzó a hacer una publicación como producto de esa investigación (Wagner et al. 1994: 15-24), porque la oportunidad presentada y la experiencia adquirida nos motivaron para emprender la elaboración del Atlas Lingüístico y Etnográfico de Chile. El proyecto fue financiado por la Comisión Nacional Científica y Tecnológica del país, CONICYT, en 1997, y la recopilación del material se extendió hasta marzo de 2000, con la colaboración de siete coinvestigadores. Hasta el momento, se trata del proyecto de elaboración de un Atlas Lingüístico de Chile que ha logrado llegar más lejos, ya que en 1940 Rodolfo Oroz, en Santiago, se propuso el mismo objetivo, pero la idea fue pronto abandonada, y Gastón Carrillo, en Valparaíso, a fines de los 60, aunque avanzó algo más con los estudios preliminares del atlas, no logró tener éxito, entre otras cosas porque el equipo de trabajo se disgregó muy pronto (Carrillo 1968: 77-85 y 1969: 13-84; 306-356).
El ALECh comprende todo el territorio nacional, incluidas las islas esporádicas, con 216 localidades encuestadas, algunas de ellas localidades limítrofes de Perú, Bolivia y Argentina, con encuestas de dos niveles diastráticos en las ciudades más importantes del país y un cuestionario que supera las 1.600 preguntas, diferenciado en el aspecto léxico (Wagner 1998: 119-129 y 2004: 83-120).
En otras regiones del país también había resurgido el interés por los estudios dialectales. Primero en la Universidad de Tarapacá, de Arica, con el proyecto de un atlas lingüístico de dominio reducido, el de la provincia de Parinacota, a cargo de Magdalena Contardo y Victoria Espinosa, iniciado en 1990, terminado en 1993 y aún inédito. Luego, en Valparaíso, en la Universidad de Playa Ancha de Ciencias de la Educación, a mediados de los 90, donde un grupo de investigadores liderados por Daniel López emprendieron la tarea de elaborar un Atlas Lingüístico de la zona central del país, y mucho más recientemente, a partir de 2001, en la región de la cordillera de Nahuelbuta, VIII Región, con algunos estudios de Constantino Contreras y Mario Bernales (2002: 29-52) –antiguos miembros del equipo de dialectología de Valdivia–, que buscan describir la estructura lingüístico-etnográfica del español de la zona.
El renovado interés por la geolingüística en Valdivia, estimulado por los trabajos realizados en otras regiones del país y por el compromiso de levantar finalmente el ALECh, nos llevó a postular un proyecto de continuidad que permitiera procesar los cuantiosos datos obtenidos en las encuestas y hacer realidad el proyecto de un atlas lingüístico nacional de Chile. En estos momentos, junto con implementar la base de datos que permita posteriormente la elaboración de un atlas electrónico y otro convencional, hemos publicado varios artículos productos de la interpretación de materiales léxicos y fónicos entregados por el ALECh, que se orientan a determinar las áreas o zonas dialectales existentes en el país, tanto como la extensión de las interferencias más importantes atribuibles a las lenguas vernáculas principales y a otras lenguas en contacto, objetivos propuestos en el nuevo proyecto recientemente aprobado por CONICYT para procesar el material lingüístico recopilado (Wagner 1999: 193-200; 2000: 185-196; 2001-2: 33-57; Wagner y Rosas 2003: 189-200).
* Este texto, al que se han incorporado las necesarias referencias bibliográficas, fue leído en el Primer Congreso Internacional de Humanidades realizado en la Universidad Austral de Chile, en 2004.
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Para citar este artículo
Claudio Wagner. 2005 . «Los Estudios Dialectales en la Universidad Austral de Chile *». Documentos Lingüísticos y Literarios 28: 100-103