José Salomon Gebhard
Profesor de Latín de la Universidad Andrés Bello y el Instituto Alfonsiano

El Libro de Medicina de Quinto Sereno Sammonico

El texto que aquí se presenta, Liber Medicinalis, constituye un exponente casi desconocido de la literatura didáctica latina. Su autor, Quinto Sereno Sammónico, habría vivido en tiempos de Septimio Severo y Caracalla, por lo que también se presume la redacción del texto hacia el año 200 d.c. Acusa marcadas influencias de la Historia Naturalis de Plinio y del Herbario Griego, tratado farmacológico de Dioscórides, ambos del siglo I d.c. La escasa fortuna de este libro se remonta a un códice arquetipo del siglo IX, del cual derivan al menos otros siete manuscritos fechados en los dos siglos siguientes, hasta su editio princeps en 1484. Desde entonces, ha sido escasamente editado y jamás traducido a la lengua castellana. La versión latina que aquí se sigue es la publicada en Poetae Latini Minores, Leipzig: Teubner, 1881, vol. III, con recensión y enmendación de Emil Baehrens. Respecto a aquellas dos tareas fundamentales de la filología clásica, recensio y emendatio, se puede y se debe argumentar la escasa pertinencia de su quehacer en el ámbito latinoamericano, en tanto la filología, como práctica correctiva y escritural, adolece en este espacio geográfico de una gran escasez de manuscritos de la tradición clásica antigua. En este sentido, se vuelve improductivo el cotejo, o colación, de las distintas versiones manuscritas de un texto incluidas en el aparato filológico a pie de página con que cuentan habitualmente las ediciones de autores clásicos. Con la reproductibilidad técnica de la escritura, la filología llegó a América ya convertida en ciencia de la erudición, una vez remitido su pasado artesanal.

Otro tanto hay que agregar sobre la actividad de traducir un texto desde una lengua a otra, pero que, sin embargo, nunca han dejado de ser la misma. Traducir desde el latín al castellano implica no sólo actualizar un mismo vocabulario y una similar sintaxis, sino, por sobre todo, estilizar la propia lengua castellana, enajenando su indefinible centro y apropiándose de una forma escritural que la acerca a sus ambiguos límites con el latín. Para nosotros, en los márgenes de la cultura letrada, el latín no se instala como antecedente cronológico del castellano, sino como su posibilidad extrema de enunciación. El ejercicio de escritura suscrito en una traducción de esta naturaleza supone derogar los presupuestos investigativos que han animado a la lingüística romance: el estudio del cambio histórico fundado sobre la estructura diacrónica de la lengua. Por lo mismo, la traducción que aquí se presenta tampoco puede ser definida como la versión libre de un original, sino como un ejercicio de ficción que expande nuestros propios límites sobre lo que consideramos literatura.

Así como los antiguos escribieron tratados científicos mayoritariamente en verso, bajo criterios métricos y estilísticos, creemos improcedente recurrir al gesto clasificatorio, evidente ejercicio de poder, que discrimina entre ciencia y literatura, entre saber y expresión. Tal como ellos, presentamos ahora, y representamos, un mundo que no puede ser despojado de su retórica.


 

Versión castellana

Libro de medicina de Quinto Sereno Sammónico (fragmentos)

 

Introducción


Febo, defiende el poema benévolo que cantamos
y acompaña tu creación con diligente favor.
Tú, hábil en el arte, que sabes devolver las vidas
extintas y restaurar bajo el cielo los manes sepultos,
que proteges Aegeas, Pérgamo y Epidauro,
que otrora oculto bajo la plácida piel del dragón
buscaste ilustres templos y la cima Tarpeya,
expulsando crueles enfermedades con tu voluntad propicia,
ven aquí y lo que a menudo hablándome, ansioso,
me confiaste, exponlo todo en delicados papiros.

 

I. Cómo curar la cabeza1


Si se infunde ungüentos destilados gota a gota en ambos oídos,
o las hierbas que se reconocen por siete nudos,
entonces se podrá reparar el natural vigor de la cabeza.
Se debe urdir adecuadamente una corona del árbol cornejo
y colocar poleo maduro sobre un oído, o bien,
se le acercará con cuidado a la nariz apenas cocido
y mezclado con vinagre, o se puede poner en la frente
paños anudados con resina o menta triturada:
la raíz debe ser remojada en agua tibia de lluvia.
También es útil la hiedra depurada con aceite rancio
o palpar la frente con caracoles pequeños.
Si la violencia del sol daña la cabeza descubierta
a veces la repone celidonia untada con licor ácido.
Las amistosas amapolas son útiles para el sueño
si, antes de triturarlas, son maceradas en aceite viscoso.

 

III. Cómo ahuyentar la tiña


Hay una enfermedad indolora, pero de carácter perjudicial,
cuando blanquea la cabeza cardada por enorme tiña.
Usar abundancia de cebada producida en peñascos escarpados,
la raíz cocida de la malva podrá aliviarla
o pulverizar un poco de heno y nitro y azufres activos,
luego lave la cabeza con toda la mixtura.
Se revolverá vinagre espeso con salvado nuevo
para poner los multiformes cabellos en esa esencia.
También sirve la sangre sacada de la lenta tortuga
y también el zumo extraído del cedrón.
Así terminará de aglomerarse la mancha trigueña
Y cesará el molesto torrente de tiña reiterada.

 

IV. Cómo teñir el cabello


A quienes avergüenza la larga edad, a quienes ofende
la sagrada vejez, desean esconder las prematuras canas
y simular un cabello negro con afeites engañosos,
a ellos sirve el ciprés triturado con vinagre agrio
o la hoja del lentisco o los frutos amargos del saúco.
También se mezclan lombrices de tierra con aceite de oliva
y se colocan sobre el cabello fresco como flor renacida.
Además podrá expulsar la palidez del semblante
la resina extraída de la cera batida y de la goma.
Para aclarar los cabellos negros con aspecto rubio
Plinio determinó el ungüento de ceniza.

 

V. Cómo contener la pediculosis


Cierta nociva condición engendra insectos en nuestro cuerpo
pretendiendo interrumpir el sueño y poner
preocupaciones nocturnas a los sentidos y pensamientos.
Pues quién no teme los destinos del desdichado Pherecydes
que, cuando sudaba mucho, arrojaba animales horribles
que condujeron al pobre a vergonzosa muerte2.
También el infeliz Sila se arruinó consumido por esta desazón
y se vio vencido por este ingrato rebaño.
Para esto conviene tragar a menudo un grano de mostaza picante
y frotarse el cuerpo con sal y nitro mezclados
y licuados en algún licor ácido, a fin de que se diluyan.
O bien untarse con zumo de cedrón o con gotas de hiedra,
también se receta el salvado mezclado con vinagre.
El agua de mar quitará de la cabeza las liendres persistentes
y una prenda puede proteger algo la espesura del cabello.

 

VI. Cómo contener la picazón, las pápulas y la sarna


El sudor no lavado o el exceso de comida
a menudo irrita los miembros atacados por grave sarna.
Para eso sirve aplicar, frotándola sobre los miembros,
la cera que produce el sudor extraído de un asno.
Junte ceniza de estiércol de cerdo con agua
y no le avergüence manipular excrementos de ternera:
mediante dicha manipulación entibiará el cuerpo aterido.
Servirá la borra de aceite, la cual se amasa profundamente
con madrigueras dulces de hormiga, severa en su labor.
Luego, conviene exponer al sol tibio los cuerpos embetunados,
con el aceite escurriendo se curarán las pápulas hirvientes.
O bien mezcle cebada con vino ácido de altramuz
y después aplique a los miembros con un baño caliente.
También el vinagre alivia el prurito intenso,
o la espuma del mar revuelto o los caracoles pequeños,
a cuyo contacto se suprime tan amargo desarreglo.

 

XIII. Cómo mitigar el dolor de ojos


Enorme bien es para el hombre conservar los ojos sanos,
pues la naturaleza los colocó en altura observando todo
como guardianes y defensores ante el peligro:
para que no sufrieran por arriba ningún golpe
y, frágiles, fueran amparados por las espesas cejas.
Pero si acaso un dolor ataca los débiles ojos
se debe colocar durante la noche lana humedecida en aceite
o llevar consigo el ojo propicio de un cangrejo vivo.
Se aplicará por arriba y se probará por una noche
cenizas de hoja de col e incienso molido
y licor de vino con leche de cabra recién parida.
El zumo de miel del monte Hibla con bilis de cabra
ayuda a los ojos atacados por cruel sombra
y el zumo machacado de betonia los secará.
Si la perezosa vejez envuelve de tinieblas los ojos
las gotas exprimidas del hinojo con miel líquida
podrán limpiar el mal, o la bilis de un buitre negro
que haya sido mezclada con granos de celidonia:
esto podrá aliviar los males de la edad.
También la bilis de gallo templada con agua blanda
estimula la vista ya disipada de aquella sombra.
Sea el excremento de las palomas mezclado con vinagre
o la bilis de una perdiz con igual volumen de miel.
Júntese vino con celidonia en similar medida
y con tal ungüento únanse los ojos,
también pálpense las zonas ásperas y restáurense las desgarradas.
Si hay un tipo de enfermedad maligna, que quema la vista,
este ardor se suaviza con infusiones de leche canina.
Si un inesperado tumor surge con una hinchazón mortecina,
restregar los ojos hinchados con abundante fango.
Mezcle grasa tomada de culebra con moho de bronce,
esto podrá unir las partes desgarradas de los ojos.
Si el glaucoma produce un horrendo velo
sirve el aliento de cualquiera que, masticando granos
de comino macilento, los exhale hacia los mismos ojos.

 

XVI. Cómo curar la tos y la náusea


Si se observa que acometen de raíz los aires nocivos
de la náusea, alivie con hojas cocidas de lechuga.
También sirve ingerir coles remojadas
mientras la boca sea azotada por cruel tos.
También puede comer ajos cocidos y untados con miel
o semillas dulces de rábano mezcladas con miel.
O bien separe la semilla de una hoja de fresno
y devore su interior atrapando con los dientes el fruto.
Bata miel con un huevo cocido en agua hervida
rica en marrubio: lleve a la boca y así
detendrá la fastidiosa tos con fácil remedio.

 

XXIII. Cómo sanar las entrañas


Si las entrañas débiles se hinchan por severa afección,
mézclese una sexta parte de cebada molida
con igual medida de semilla machacada de lino:
junte todo esto una vez cocido y aún tibio.
Embetune la cocción con membrillos de las costas
de Creta, para que se pueda remover tan severa hinchazón.
Además, se puede frotar cebollas amargas con albahaca
y también ayuda sumergir el cuerpo en agua de mar.
También conviene colocarse sobre los miembros un cachorro
aún lactante: se dice que se le traspasará todo el mal,
sin embargo, una vez muerto debe ser enterrado.
Asimismo, grandes males se producen en el contacto humano,
pues el hombre casado los traspasa a su cónyuge,
junte cáscaras de nuez con bálsamo de estoraque,
se hacen diez de estas pociones al tiempo que se le invocan.
Agregue harina suave de lentisco despedazado:
frotadas con esta lavativa, las entrañas se recuperan.

 

XXIX. Cómo expulsar lombrices y tenias


¿Qué cosas tan adversas la naturaleza no añade
a los míseros mortales, cuando en las vísceras se alojan
la ávida lombriz y la evasiva tenia, enemigas de su huésped?
Esta raza desgarra los intestinos con frecuentes mordidas,
se adhiere trepando con las fauces dilatadas
y estrecha los caminos asediados del jadeante individuo.
Servirá la ceniza extraída del cuerno de un ciervo
o una masa de nevadilla con vino o leche de cabra;
también se puede beber zumo de vinagre medicinal.
Además sirve la hoja del árbol pérsico con vino.
Demócrito aconseja adquirir infusión de menta.
Asimismo se ingiere abrótano o la abundante neguilla.
Los ajos y las propiedades del cilantro por sí mismos alivian.
También el marrubio ingerido como cocción ayudará.
El eficaz poleo se puede juntar con eneldo silvestre:
esta mezcla sirve con agua caliente.

 

L. Cómo sanar la fiebre constante3


La enfermedad que no cesa de acudir día tras día,
aunque varía en ciertas horas,
se disipa, si es digno de creerse, con el grano de trigo
que se encuentra oculto dentro del pan machacado.
Los granos hallados en los setos de las casas ayudan:
conviene ponerlos colgando alrededor del cuello.
En cambio callaré muchos prodigios verbales,
pues una vana superstición de las madres acongojadas
asegura que la fiebre se puede ahuyentar con encantamientos.

 

LI. Cómo disipar las tercianas


Lo que en griego común se conoce como el mortífero
hemitríteo, creo que los antiguos no lo pudieron decir
ni traducir en nuestra lengua.
Grabe varias veces en un amuleto las letras abracadabra4
y colóquelo hacia abajo, quitando la última cada vez,
de modo que falte una letra más en cada línea,
hasta que quede una única letra en la punta del cono:
se debe colocarlo en el cuello con una cuerda de lino.
Algunos aseguran que sirve la grasa de león
o entrelazar un coral con el útero seco de una gata:
no dude tampoco en agregarle esmeraldas auténticas
y añadir una perla preciosa pulida de color blanco:
lleve toda esta alhaja al cuello del enfermo
y con admirable fuerza se espantará tan letal conmoción.

 

LXIII. Cómo curar las hemorroides


Si vergonzosas papilas torturan intensamente el ano,
sirve frotarlas con raíz de puerro silvestre,
con fragmentos discretos para no ultrajar las partes sanas.
Adquiera sal blanca, de la que se llama bética,
Mézclela con miel dulce y hollín negro
y aplíquela encima: este afeite expulsa el dolor.

 


 

Versión latina

Liber Medicinalis Quinti Sereni Sammonici (fragmenta)

 

Praefatio


Phoebe, salutiferum quod pangimus adsere carmen
inventumque tuum prompto comitare favore.
Tuque, potens artis, reduces qui tradere vitas
nosti et sub caelum manes revocare sepultos,
qui colis Aegeas, qui Pergama quique Epidaurum,
qui quondam placida tectus sub pelle draconis
Tarpeias arces atque inclita templa petisti
depellens taetros praesenti numine morbos:
huc ades et quicquid cupido mihi saepe locutus
firmasti, cunctum teneris expone papyris.

 

I. Capiti medendo


balsama si geminis instillans auribus addas,
tum poteris alacrem capitis reparare vigorem,
vel quae septenis censentur gramina nodis
utiliter nectes vel corno ex arbore sertum.
Puleiumve potens una super aure locabis
aut illud mixto coctum clementer aceto
cauta nare trahes; seu visco lintea nexo
induces fronti seu tritae gramina mentae;
spongia cum tepidis adnexa liquoribus imbris
profuit aut hedera ex oleo colata vetusto;
profuit et cocleis frontem tractare minutis.
Si nocuit cerebro violentia solis aperto,
saepe chelidonia ex acido perducta liquore
sanavit; prosunt et amica papavera somno,
si prius in lento madefacta terantur olivo.

 

III. Porrigini depellendae


Est insensibilis morbus, sed noxia forma,
cum caput immensa pexum porrigine ningit,
copia farris uti frendentibus edita saxis.
Hanc poterit malvae radix decocta levare;
aut tu fenuculum nitrumque et sulphura viva
contere, deinde caput permixtis ablue cunctis;
furfuribusve novis durum miscebis acetum,
ut varios crines tali des unguine puros;
prodest et tarda demptus testudine sanguis
et prodest cedro demissus ab arbore sucus.
Desinet interea glomerari farrea nubis
cessabitque gravis crebrae porriginis imber.

 

IV. Capillo tinguendo


Quos pudet aetatis longae, quos sancta senectus
offendit, cupiunt properos abscondere canos
et nigrum crinem fuco simulare doloso,
his prodest acri contrita cupressus aceto
vel frons lentisci vel tristia poma sabuci;
lumbrici quoque terrestres miscentur olivo
et iuvenem praestant redivivo flore capillum.
Praeterea niveum poterit depellere vultum
resina ex facili cera viscoque coacta.
Ad rutilam speciem nigros flavescere crines
unguento cineris praedixit Plinius auctor.

 

V. Phthiriasi arcendae


Noxia corporibus quaedam de corpore nostro
progenuit natura, volens abrumpere somnos,
sensibus et monitis vigiles intendere curas.
Sed quis non paveat Pherecydis fata tragoedi,
qui nimio sudore fluens animalia taetra
eduxit, turpi miserum quae morte tulerunt.
Sylla quoque infelix tali languore peresus
corruit et foedo se vidit ab agmine vinci.
Saepius ergo decet mordax haurire sinapi,
vel nitro ac sale permixtis acidoque liquore
laxatis, ut sint simul alia, tangere corpus,
aut lacrimis hederae aut suco perducere cedri,
quin etiam furfur mixto medicatur aceto.
Vnda maris lendes capiti deducet iniquas
et quicquid crebri defendit silva capilli.

 

VI. Prurigini, papulis et scabie arcendis


Inlotus sudor vel copia nobilis escae
saepe gravi scabie correptos asperat artus.
Ergo lutum prodest membris adhibere fricatis,
quod facit ex asino saccatus corporis umor;
nec pudeat tractare fimus, quod bucula fudit;
stercoris ex porco cinerem confundito lymphis,
sic pavidum corpus dextra parcente foveto.
Proderit ex oleo pulvis, quem congerit alte
dulcibus ex latebris patiens formica laborum:
convenit hinc tepido lita tradere corpora soli.
Ferventes papulas oleo curato liquenti,
aut acido Baccho miscebis farra lupini
atque hinc in calido percurres membra lavacro.
Pruritus autem salsos levat umor aceti
sive maris rabidi sudor cocleaeque minutae,
quarum contactu perimetur acerba libido.

 

XIII. Oculorum dolori mitigando


Summa boni est alacres homini contingere visus,
quos quasi custodes defensoresque pericli
prospiciens summa natura locavit in arce,
sic tamen ut nullos paterentur desuper ictus
atque supercilio pavidi tegerentur opaco.
Sed dolor immeritum lumen si forte lacessit,
lana madens oleo noctu conectitur apte
viventisve nepae lumen gestatur amicum.
Ex folio caulis cineres confractaque tura
et laticem Bacchi fetae cum lacte capellae
desuper induces atque una nocte probabis.
Hyblaei mellis sucus cum felle caprino
subveniunt oculis dira caligine pressis.
Vettonicae mansus siccabit lumina sucus.
Si tenebras oculis obducit pigra senectus,
expressae marathro guttae cum melle liquenti
detergere malum poterunt vel vulturis atri
fella, chelidonio fuerint quae gramine mixta:
haec etiam annosis poterunt succurrere morbis.
Fel quoque de gallo mollitum simplice lympha
exacuit puros dempta caligine visus.
Sive columbarum fimus admiscetur aceto
seu fel perdicis parili cum pondere mellis.
Vina chelidoniae simili ratione iugantur
efficiuntque suo praeclaros unguine visus,
aspera quin etiam mulcent et rupta reducunt.
Si genus est morbi miserum, quod lumen adurit,
hic calor infuso mitescit lacte canino.
Si tumor insolitus typho se tollet inani,
turgentes oculos vili circumline caeno.
Anguibus ereptos adipes aerugine misce,
hi poterunt ruptas oculorum iungere partes.
Si vero horrendum ducent glaucomata peplum,
spiritus alterius prodest, qui grana cumini
pallentis mandens visus exalat in ipsos.

 

XVI. Tussi et choleribus medendis


Noxia si cholerum penitus saevire venena
perspicies, cocta lactucae fronde levabis.
Proderit et caules adsumere saepe madentes.
Interdum fauces tussi quatiuntur atroci:
alia tum sumis decocta et melle peruncta,
semina vel raphani permixto dulcia melle.
Aut si fraxinea semen de fronde revellis,
interiora vora, vetitus contingere dente.
Ovum melle teres domitum ferventibus undis
marrubiumve potens: haec faucibus optima sumes
frenabisque gravem facili medicamine tussim.

 

XXIII. Praecordiis sanandis


Languida si duro turgent praecordia morbo,
miscetur mulsae farris sextarius una
nec non et lini tunsum siliquaeque legumen:
haec decocta simul nondumque tepentia nectes.
Aut quae poma Cydon Cretaeis misit ab oris
cocta lines, durum ut possis mollire tumorem.
Ocima praeterea bulbive linuntur amari.
Proderit et lymphis corpus mersare marinis.
Quin etiam catulum lactantem adponere membris
convenit: omne malum transcurrere fertur in illum;
cui tamen extincto munus debetur humandi.
Humanos quoque contactus mala tanta sequuntur
et iunctus vitium ducit de coniuge coniunx.
Quod superest styraci iunges ramenta carinae
quodque decem ex rebus confit simul atque vocatur,
masticis addentur fractae iam mollia farra:
talibus auxiliis praecordia fota resident.

 

XXIX. Lumbricis et taeniis aspurgandis


Quid non adversum miseris mortalibus addit
natura, interno cum viscere taenia serpens
et lumbricus edax vivant inimica creanti?
Quod genus assiduo laniat praecordia morsu,
saepe etiam scandens obpletis faucibus haeret
obsessasque vias animae concludit anhelae.
Ergo cinis cornu cervini proderit haustus
vel nepetae tritum ex vino vel lacte capellae;
nec non et sucus medici potatur aceti.
Prodest praeterea cum Baccho Persica frondis.
Democritus memorat mentae conducere potum.
Sumitur abrotonum nec non et vile melanthum.
Alia per sese sanant aut vis coriandri.
Quin et marrubium decoctum haustumque iuvabit.
Puleiumve potens et agreste iugatur anethum:
synthesis haec prodest unda mollita calenti.

 

L. Cottidianae typo remediando


At qui continuis non cessat adire diebus,
sed tantum certas morbus discriminat horas,
triticeum metuit granum, si credere dignum est,
quod latitans fracto fuerit sub pane repertum.
Nec non ossa iuvant saeptis inventa domorum:
convenit haec tereti pendentia subdere collo.
Multaque praeterea verborum monstra silebo:
nam febrem vario depelli carmine posse
vana superstitio credit tremulaeque parentes.

 

LI. Hemitritaeo depellendo


Mortiferum magis est, quod Graecis hemitritaeon
vulgatur verbis; hoc nostra dicere lingua
non potuere ulli, puto, nec volvere parentes.
Inscribis cartae quod dicitur abracadabra
saepius et subter repetes, sed detrahe summam
et magis atque magis desint elementa figuris
singula, quae semper rapies, et cetera figes,
donec in angustum redigatur littera conum:
his lino nexis collum redimire memento.
Nonnulli memorant adipem prodesse leonis.
Coraliumve utero sicco conectere felis
nec dubites illi veros miscere smaragdos,
adsit baca teres niveo pretiosa colore:
talia languentis conduces vincula collo
letalesque abiget miranda potentia morbos.

 

LXIII. Haemorrhoidibus medendis


Excruciant turpes anum si forte papillae,
agrestis prodest radix superaddita porri,
ne violet sanum, iuglandis fragmine clausa.
Sal niveum sumes, Beticum quem nomine dicunt,
dulcia cumque nigra iunges fuligine mella
adponesque super: pellit medicina dolorem.

 

Para citar este artículo

José Salomon Gebhard. 2006 . «El Libro de Medicina de Quinto Sereno Sammonico». Documentos Lingüísticos y Literarios