Cristina Bravo
Estudiante Universidad Austral de Chile

Entre paréntesis, todo está escrito entre paréntesis

Ratada de Rosabetty Muñoz

 

Autor: Rosabetty Muñoz
Título: Ratada
Género: Poesía
Editorial: LOM
Ciudad: Santiago
Año: 2005

 

 

"Hay días en que se puede caminar
sobre el odio endurecido"

 

El verso corto donde se instala(n) la(s) imagen(es) que entretejen la historia -la de un cuerpo poético-, que (des)viste a los cuerpos que habitan (o más bien perecen); Ratada, de Rosabetty Muñoz, es el verso corto de un “Pueblo chico infierno grande”, donde la estrechez, la monotonía, la inmovilidad provocan en los seres ahí descritos relaciones basadas en la reproducción inconsciente de prácticas culturales estáticas. Pero en realidad, Ratada ya no alcanza a ser infierno, porque no hay conciencia en sus habitantes, son voces sin identidad, atrapados por la reproducción y la rutina de sus prácticas cotidianas, de su conformismo frente a la inconciencia de los que habitan el espacio representado, frente a la fuerza del consumismo, donde se asumen con naturalidad las conductas humanas calificadas como las más instintivas y validadas por su aparente condición natural en un espacio que se desmorona, donde ya no crece la hierba, y sólo vemos restos, hilachas, basureros, innumerables cadáveres (generalmente de sexo masculino), peñascos, desperdicios, amores anémicos, etc. Es aquí donde cabe preguntarse por ¿qué es lo que se está desmoronando? Al parecer, todo lo construido por el hombre y su dominación -niños olvidados por contingentes anteriores, mujeres que velan a sus cuerpos, esos cadáveres de hombres, ánimas de niños, ángeles que se velan-, y las ancianas que siguen haciendo sus mismos ritos, en una continuidad inconsciente, como zurcir lo que constantemente se deshace. Se desmorona, pierden sentido las prácticas sexuales, los instintos sexuales masculinos, y la mujer como objeto de deseo y a su vez deseante de ese otro, siempre desde el deseo de ese otro que la domina con el despliegue de su sexualidad animal, descontrolada.

En otro sentido, Ratada es la historia de la dominación, que desde el espacio de lo público atraviesa lo íntimo, lo privado y donde aparecen las ratas, así como los piojos adentro de uno, las ratas adentro del pueblo. Ratada narra la historia de un pueblo descrito y reescrito desde la voz de un sujeto colectivo e individual; y de su contra-dicción, pero también de su resistencia. Conciente de la inconciencia, y el conformismo colectivo y su conciencia crítica moralizante y determinista, frente a la invasión de la modernidad, las ratas como metáfora de la modernidad que se instala(n) en el pueblo (o país o mundo). Las ratas conviven en el mismo espacio que hombres y mujeres, consumiéndolos y consumiéndose. Pero, ¿quién consume a quién? Como Pedro por su casa las ratas.

Es decir, se desmorona la tradición. Podemos evidenciar esto a través de la conciencia del sujeto femenino que mira el pasado y este presente en ruinas.

La evidenciación de este orden y estado de las cosas la lleva a distanciarse de la moral establecida y a resolverse por medio de una moral propia, única voz crítica que resiste e insiste.

Cabe entonces preguntarse ¿por qué Ratada? Pensemos en lo que simbolizan las ratas: 1. son consideradas históricamente como animales de excesivo perjuicio para el ser humano; 2. poseen una resistencia a medios hostiles muy superior a la del ser humano; 3. los roedores domésticos, ratas y ratones son seres muy inteligentes, capaces de penetrar en todas partes. Tienen garras muy afiladas que les permiten trepar por muros muy lisos y caminar por las cañerías. Viven en las cloacas, bodegas o depósitos donde exista comida o residuos de las mismas; 4. para prevenir la presencia de ratas, controlarlas o erradicarlas, es necesario evitar la presencia de alimentos, desperdicios y escombros.

La de este sujeto femenino es una actitud fatalista, pero que insiste, añora la imagen de un mundo que pueda ser “mejor”, porque inclusive la imagen de una tradición es difusa, un lugar frágil, un lugar sin escapatoria, condenado a su (auto) destrucción. Ya casi al final del texto, la voz señala que lo que se desmorona es aquello conocido, una tradición histórica y culturalmente validada, pero insostenible.

Y tal vez mi cuerpo
Con sus grietas y copas
Se levantará otra vez
Armaríamos entonces otras ciudades:
Éstas tan frágiles hicimos
(2005: 72)

Y por supuesto nos conduce al desmoronamiento la tradición cristiana. Al final del texto, y con fuerte ironía frente al momento de la muerte, la historia se resuelve en una imagen conocida de la realidad cotidiana: “Dios ama a esta familia”. Dios-padre, la figura fundante de una moral desde el hombre. Omnipresente, dador de vida y amor; padre del cristianismo, fundamento de la cultura occidental. El sujeto poético instala la ironía de la protección divina y el discurso que atraviesa su cuerpo como posibilidad de salvación, pero en el espacio del texto, de la historia de Ratada, de su cuerpo textual como discurso.

Finalmente, en Ratada los únicos que consiguen escapar son "esos seres muy inteligentes, capaces de penetrar en todas partes", las ratas. Porque los habitantes de Ratada no consiguieron convivir o asumir desde una mirada crítica a la modernidad, a una cultura que en la actualidad convive con el discurso de la globalización, de asumir sobre todo que las identidades están en constante transformación sin significar esto su aniquilamiento.

 

Para citar este artículo

Cristina Bravo. 2006 . «Entre paréntesis, todo está escrito entre paréntesis». Documentos Lingüísticos y Literarios