Barros, Pía. 2008. El lugar del otro. Santiago: Asterion.

 

Ana Traverso
Universidad Austral de Chile
anatraverso@gmail.com

 

El lugar del otro es un conjunto de cuentos sobre el tema del exilio político donde aparecen contrastadas dos generaciones: la de aquellos que tomando una postura política se ven forzados a dejar su país y, por otro lado, la de los hijos que se formaron en distintos países bajo otras culturas que los lugares de origen de sus padres. Por estas razones se produce una brecha cultural entre ambas generaciones: no se entienden entre ellos porque hablan distintos idiomas y manejan otros códigos culturales.

La perspectiva de los relatos intenta dar cuenta de las distintas miradas y experiencias de sus personajes pero se centra, prioritariamente, en la nueva generación. Estos son sujetos “cosmopolitas” y multiculturales –entendiendo por ello cierta capacidad para adaptarse fácilmente a nuevos lugares y, como lo anuncia el título, ponerse en el “lugar del otro”-, cuyo mayor desafío será precisamente ponerse en el lugar de los padres y entenderlos.

Por su parte, los padres son, por el contrario, sujetos ensimismados: aislados en sus idiomas y sus traumas. Lejos de estar en condiciones de “ponerse en el lugar del otro”, apenas son capaces de identificar algo que podría llamarse su propio lugar, ya que la constante clandestinidad y la consecuente huída de sus perseguidores, los mantienen desplazándose, ocultándose y travistiéndose. Así, tenemos a un padre que va arrastrando a su hijo por distintos países de Europa en una huída que termina por matarlo de un cáncer y dejar a su hijo huérfano; una encarcelada política huye, a su vez, de una hija adolescente que abandonó siendo ésta muy pequeña al no poder criarla durante su clandestinidad; un torturador huye de su país al terminar la dictadura, pero sobre todo de sus fantasmas y de ser descubierto por su familia. Pasados los años más duros de la represión política las consecuencias de estas huidas son evidentes: carencias familiares, dificultades emocionales y expresivas, ensimismamientos o trastornos sicopáticos irrecuperables.

Por su parte, la generación joven ha desarrollado estrategias de sobrevivencia y adaptación, que los hace capaces no sólo de armar una maleta en un par de minutos, sino de encontrar pares en cualquier lugar del mundo y establecer relaciones de fraternidad y hermandad. Habituados a “ponerse en el lugar” del otro, sobre todo al intentar comprender y seguir a unos padres con serios problemas de comunicación, son tolerantes y aperrados. Poseen habilidades lingüísticas y de comunicación con los “otros” desconocidos, sobreviven sin alarmarse ante las catástrofes naturales, y pueden perder a todos sus familiares más queridos porque ya han encontrado en sí mismos un “hogar” que les pertenece.

En los cuentos de este libro se encuentran varios puntos en común con la narrativa de Roberto Bolaño, sobre todo al focalizarse en la descripción de esta generación nómade y casi huérfana. Y digo “casi” porque la diferencia con su compañero de letras es que para Bolaño no hay padres o, si los hay, se establece en términos de una ruptura con una generación a la que se percibe bajo principios de autoridad y rigidez. El rechazo hacia la autoridad masculina en la narrativa de Bolaño se advierte en Amuleto, por ejemplo, donde la exégeta de la generación nueva es precisamente una mujer, a la que llaman “la madre de la poesía” por compartir con ellos la empatía, la solidaridad y la precariedad. Volviendo a nuestro libro, la perspectiva para abordar el problema generacional se plantea acá como una continuidad (más que como una ruptura), ya que independientemente de que muchos de los personajes devengan huérfanos y por ende desarrollen fuertemente los vínculos de hermandad, están intentando comprender e incluso apoyar a una generación anterior que se percibe más débil y precaria.

El problema del otro y la alteridad ha sido analizado largamente por la filosofía y las ciencias sociales postmodernas sensibilizando a la sociedad sobre los problemas de inter- y multiculturalidad. En este libro, la autora se pone en el lugar de dos generaciones de exiliados para intentar descubrir cómo se construye un lugar de origen (o procedencia) cuando se está en el exilio y cómo a partir de esos lugares transitorios se va estructurando una ideología que lejos de realzar la patria y la familia, prescinde de visiones definitivas que, sin dejar de tener una conciencia política, apuesta por el compromiso con un otro-hermano igualmente transitorio y distinto.

En este sentido, la narrativa confirma una vez más que puede ser el mejor lenguaje y la mejor perspectiva para hablar del lugar del otro.