Neoliberalismo
postdictatorial y cuerpo (social) seropositivo
en Loco afán de Pedro Lemebel[1]
Neoliberalism of postdictatorship and
seropositive body (social)
in Loco Afán by Pedro Lemebel
Marcelo Navarro Morales
mordok.min@gmail.com
Universidad Austral de Chile, Valdivia
Resumen: En el presente trabajo pretendo analizar las errancias de los sujetos seropositivos en Loco afán (1996) de Pedro Lemebel, como indicios que revelan un proceso de apropiación del paradigma de inmunización en el contexto del neoliberalismo chileno de postdictadura. Como hipótesis de lectura planteo que en este texto se representaría un proceso de inmunización del cuerpo social por la vía de la neutralización del potencial subversivo de la loca, a través de su exposición a la muerte como efecto de la propagación deliberada del VIH.
Palabras Claves: Loca - VIH – Neoliberalismo – Inmunización Autoinmune
Abstract: This paper aims to analyze the wanderings of seropositive subjects in Loco Afán by Predo Lemebel, as signs that show a process of appropriation of immunization paradigm in the context of Chilean neoliberalism post-dictatorship. As hypothesis of reading, i argue that this text represent a inmuzation process of the social body throught the neutralization of the subversive potential of the "Loca" by means of exposure to death like effect of the deliberate propagation of the VIH.
Key Word: Loca – VIH – Neoliberalism - Autoimmune immunization
Introducción
La dictadura chilena puede ser entendida como un doble proceso de neoliberalización de las políticas económicas y sociales, por un lado, y de reapropiación y reformulación de las coordenadas que definen los límites identitarios del cuerpo social chileno, por el otro. Es esto lo que retrata Lemebel en Loco afán (1996), en donde a través del VIH articula las dinámicas socioeconómicas tendientes a permeabilizar el cuerpo social y la situación del sujeto homosexual o transgénero particularmente expuesto a contraer esta enfermedad. Por medio de las figuras travestidas representada en sus textos, Lemebel da cuenta de un cambio sustancial en lo que respecta a la situación de la loca antes del golpe de estado, durante la dictadura y en la postdictadura, poniendo en evidencia el surgimiento de cierta estrategia de inmunización para con estos sujetos por parte del cuerpo social.
En el presente trabajo pretendo analizar las errancias de los sujetos seropositivos representados en Loco afán (1996), como indicios que evidencian un proceso de instalación de una lógica inmunitaria en el contexto del neoliberalismo chileno de postdictadura. Como hipótesis de lectura planteo que en los relatos de este texto se representaría un proceso de inmunización del cuerpo social por la vía de la neutralización del potencial subversivo de la loca a través de la difusión deliberada del VIH en el cuerpo social postdictatorial. Este fenómeno respondería a un proceso de permeabilización de este último que, abriendo sus fronteras a los flujos migratorios y económicos del mundo, queda expuesto al “turismo infeccioso” (Meruane, 2012). De este modo, es posible entrever en esta apertura económica la ejecución de una política inmunitaria disimulada que fragmenta el continuum biológico del que se hace cargo la biopolítica para así exponer a los subgrupos humanos (en este caso, homosexuales y transgéneros) a la muerte. En otras palabras, en este trabajo pretendo dar cuenta del modo en que la problemática del Sida se encuentra dispuesta en este texto literario desde la perspectiva de la loca, es decir, de la perspectiva del sujeto que ejerce una “sexualidad loca, la sexualidad que es una fuga de la normalidad, que la desafía y la subvierte” (Perlonguer, 2008: 33). La relevancia del testimonio de la loca responde a que devela cierto proceso de post-colonización subrepticio que conecta el nivel molar, donde la máquina social aplica una serie de medidas orientadas a la instauración del modelo económico neoliberal, con el nivel molecular, donde ciertos cuerpos en su errar por la ciudad resultan doblemente vulnerados siendo expuestos a la enfermedad y la muerte orgánica y social.
Locas, turistas e higiene gay yanqui
Sujetar el culo es, de
alguna manera,
sujetar al sujeto de la civilización.
Néstor Perlongher, Prosa
Plebeya.
“La plaga nos llegó como una nueva forma de colonización, por el contagio” comienza este texto ya en su epílogo, imbricándose ciertos términos que resultan claves para comprender el imaginario que nutre las metáforas en torno al VIH. Según Susan Sontag (2003) a diferencia del cáncer, entendido como una enfermedad de la geografía del cuerpo, el Sida posee una genealogía metafórica dual, el de la invasión y la polución, que dependen de la construcción de una secuencia temporal en etapas. En la descripción que se hace del Sida y sus causas, este es un agente infeccioso proveniente del exterior, capaz de transformar las células del cuerpo invadido en invasoras. Así, a través de la tríada colonización-contagio-invasión, el Sida adquiere los ribetes de un concepto que, más que designar la situación serológica de un sujeto determinado, designa, en la matriz imaginativa del texto literario, una estrategia de inmunización autoinmune por parte del cuerpo social hacia determinados sujetos, y que comenzaré a desglosar a continuación.
En el primer texto, La noche de los visones, Lemebel comienza por relatar nostálgicamente una noche de juerga, un carnaval travesti que equipara las clases sociales, en lo que fuera la víspera del año 1972, es decir, un año antes del golpe de estado. En palabras del narrador, después de esta celebración, “los años se despeñaron como derrumbe de troncos que sepultaron la fiesta nacional” (14), aludiendo al proyecto eclipsado de la Unidad Popular, pero también con respecto a la vida de las locas que “nunca más volvieron a danzar en los patios floridos de la UNCTAD[2]” (14). Pero Lemebel es enfático a lo largo de todo el libro acerca de la distancia que separa a la loca del homosexual acomodado, puesto que estos últimos “nunca fue[ron] un problema subversivo que alterara la pulcra moral” (14). Según esta lógica, el socialismo es a la dictadura lo que son las locas a la moral. De ahí que el narrador perciba la dictadura como un doble golpe a las dos vertientes que nutren su quehacer político: su vocación socialista adscrita al proyecto de la Unidad Popular y su carácter de homosexual loca, es decir, marginal y subversivo con respecto a las normas y convenciones sobre las que se rige la masculinidad y la femineidad.
Luego el narrador afirma que, de esta fiesta homosexual, pero también política, solo quedaría una foto. Esta fotografía es el retrato que detiene a las locas en el tiempo, y a partir de la cual el narrador evoca las errancias de estos sujetos por el mundo y las calles de las ciudades transidas por el modelo neoliberal. La primera en contagiarse habría sido la Pilola Alessandri, quien habría “compr[ado] la epidemia en Nueva York”, trayendo a Chile la exclusiva “moda gay para morir (…) [que] la dejó tan flaca y pálida como una modelo de Vogue, tan estirada y chic como un suspiro de orquídea. El Sida le estrujó el cuerpo y murió tan apretada, tan fruncida, tan estilizada y bella en la economía aristócrata de su mezquina muerte” (15). En una primera lectura de los términos usados por el narrador para referir el contagio, resultan significativas las nociones de compra, moda y de economía aristócrata, pareciendo que en Nueva York, Estados Unidos, la cuestión de la homosexualidad, el Sida y el neoliberalismo son cuestiones que se encuentran íntimamente relacionadas.
La Palma, por su parte, se contagió de la enfermedad estando en Brasil, a donde emigra luego de tomar la decisión de vender su puesto de pollos para escapar de los militares y así conseguir disfrutar su vida. A diferencia de la Pilola, la Palma habría muerto feliz observando la fotografía del verano del 73 en el que aún era bella. El relato de la Chamilou, se distingue de las otras dos travestis en que la infección ocurre en Chile y a manos de un turista infectado de origen estadounidense. En un intento por solventar las necesidades de su familia, la Chamilou accede a mantener una relación sexual sin preservativo con este gringo que le ofrecía varios dólares a cambio de sus servicios. Finalmente muere de Sida el mismo día que llegó la democracia, como queriendo presidir la muerte de sus camaradas situadas y pauperizadas en y por la postdictadura neoliberal. La percepción de la vuelta de la democracia por parte del narrador se encuentra determinada por esta experiencia con la muerte y el Sida.
Las vidas (y las muertes) de la Pilola Alessandri, la Palma y la Chamilou, además de su carácter de locas travestidas, poseen otro denominador común: el modo en que se infectaron de VIH está directa o indirectamente asociado a los sujetos consumidores-turistas del neoliberalismo globalizado. Todos estos sujetos se encuentran adscritos a la cultura de la movilidad de la globalización neoliberal la cual permeabiliza los cuerpos sociales, permitiendo la intromisión del turista infectado, o bien la migración de sujetos globalizados con dinero. Las dictaduras latinoamericanas significaron una “batalla de extinción contra el Estado de Bienestar y de sus programas sociales, que iban siendo debilitados progresivamente por la ideología anti estatal de un neocapitalismo compañero y cómplice del modelo globalista” (Meruane, 2012: 30) que permitiría la liberación de flujos económicos y migratorios, así como la difusión del VIH y sus efectos políticos sobre las subjetividades a nivel planetario.
El narrador, después de concentrarse en estas historias particulares, se refiere a aquella época anterior al neoliberalismo, es decir, anterior a la dictadura, cuando la homosexualidad era sinónimo de clandestinidad. Así hace referencia a una metamorfosis histórica de las homosexualidades en el fin de siglo, estrechamente vinculada con la neoliberalización económica del mundo, cuya principal víctima resulta ser “la loca [latinoamericana] sarcomida por el Sida pero principalmente diezmada por el modelo importado del estatus gay, tan de moda, tan penetrativo en su tranza con el poder de la nova masculinidad homosexual” (21). Este modelo identitario gay importado de Estados Unidos trae “cobijado el síndrome de inmunodeficiencia, como si fuera un viajante, un turista que llegó a Chile de paso, y el vino dulce de nuestra sangre lo hizo quedarse” (22). Este “hombre homosexual” o “mister gay” como lo llama, posee una envoltura aséptica de “piel blanca, tan higiénica, tan perfumada por el embrujo capitalista. Tan diferente al cuero opaco de la geografía local” (22).
Estas impresiones son profundizadas con posterioridad en su texto Crónicas de Nueva York, en la que Lemebel retrata su visita a Stonewall[3], que califica de “gruta de Lourdes Gay” (63) donde se comercializa la historia política de la homosexualidad en EEUU. Al contrario de una identificación con esta lucha política, desde una sensación de extrañamiento con este espacio que caracteriza como “como un olimpo de homosexuales potentes y bien comidos que te miran con asco” (64), el narrador termina por concluir sarcásticamente que tal vez la homosexualidad, a fin de cuentas, sea blanca. Asimismo, en Y ahora las luces, el Sida aparece representado como un producto del mercado que “se vende y se consume en la oferta de la chapita, el póster, el desfile de modas a beneficio, la adhesión de las estrellas, los números de rifa, y el superconcert de homenaje post mortem” (66); y, respecto a lo cual, el narrador muestra un evidente recelo, intuyendo la presencia de una máscara humanitaria que oculta el rostro de la colonización y la muerte. Lo que provoca la sospecha y el rechazo del narrador es, precisamente, la concatenación entre el modelo identitario higiénico de homosexualidad que observa en Nueva York y la economía neoliberal de la que este modelo emerge y en la que se consolida en plena conformidad con los parámetros que este sistema le plantea.
La pauperización de la loca infectada por el VIH se correlaciona con la importación de un modelo de sexualidad aséptica creado tendenciosamente por EEUU y cuyo movimiento político de empoderamiento y legitimación de sus prácticas es, a su vez, un producto más del mercado cultural yanqui. En términos de Zizek (2009), este movimiento político homosexual estadounidense al que hace referencia el narrador, a la vez que aparenta ser una lucha contra la violencia subjetiva, es decir, contra la violencia directa y visiblemente ejercida contra los homosexuales, resulta ser el verdadero agente de la violencia estructural que crea las condiciones para las explosiones de violencia subjetiva. En otras palabras, la atención exclusiva en el rechazo políticamente correcto de la violencia hacia los homosexuales, constituye un señuelo, una cortina de humo que invisibiliza la violencia a la que estos últimos son sometidos a nivel molar. Por lo tanto, el narrador parte en el nivel molecular de la experiencia empírica de las subjetividades seropositivas para apuntar su crítica a un problema que se ubica al nivel molar de la experiencia colectiva, es decir, que rebasa la particularidad de los agentes infecciosos, para así poner acento en la relación que mantiene este cuadro clínico con la situación sociopolítica que reviste a los derroteros epidemiológicos del virus.
Según Zizek (2009), la gestión biopolítica postpolítica de los países neoliberales, deja atrás las viejas luchas ideológicas de la guerra fría para centrarse en la regulación de la seguridad y el bienestar de las vidas humanas, manipulando a la población a través del miedo al otro. La tolerancia liberal hacia los demás y el respeto a la alteridad que propugnan estos movimientos políticos de liberación, está supeditado a la condición de que la presencia del otro está bien “pero solo mientras su presencia no sea invasiva, mientras ese otro no sea realmente otro” (2009: 57). Disfrazada de una aparente tolerancia liberal, la inclusión de los otros marginales (inmigrantes, homosexuales, grupos étnicos, etc.) al cuerpo social, trae consigo un proceso de apropiación del paradigma inmunitario, es decir, de una estrategia de inmunización voluntaria, que tiene por objetivo construir y mantener las fronteras de lo que este cuerpo social entiende por el “yo” y por el “otro”, construyendo, de este modo, sus límites identitarios (Haraway, 1995). El cuerpo social recupera los valores de singularidad de la loca (Guattari, 2006) integrando a los homosexuales, pero también higienizándolos y separándolos del resto de la población para que los límites identificatorios de esta no se vean desdibujados por su influencia desestabilizadora.
La inmunidad es una condición de particularidad en tanto “pertenece a alguien” (yo, lo interior, lo propio, lo individual); siendo un contragolpe que impide que otra fuerza se manifieste (lo otro, lo exterior, lo extraño, lo común) (Esposito, 2005). Pero, en la protección inmunitaria de la vida, este contragolpe, el combate de la vida contra lo que la niega, no ocurre por una ley de “contraposición frontal, sino la del rodeo y la neutralización. El mal debe enfrentarse, pero sin alejarlo de los propios confines. Al contrario incluyéndolo dentro de estos.” (Esposito, 2005: 18). Aplicando estas nociones al problema de la homosexualidad que representa Lemebel, la inmunización no opera por medio de una contraposición frontal sobre esto sujetos, sino que más bien por medio de la neutralización de lo que convierte a estos sujetos en “otros”; resultando lo que, siguiendo a Hocquenghem, podríamos calificar como una homosexualidad edípica o castrada analmente y que coincide, significativamente, con la caracterización que realiza Lemebel respecto a los homosexuales “gays” higiénicos estadounidenses. Estos últimos serían un “movimiento homosexual normalizado cuyas retóricas de liberación han sido recuperadas por la propaganda “individuo, familia, patria”, un movimiento homosexual manso que busca el consenso, el respeto justo de la diferencia tolerante” (Preciado, 2000: 162). En suma, la integración a costa de la neutralización de lo que le otorga singularidad y otredad a la homosexualidad y que constituye, al mismo tiempo, su capacidad potencial de problematizar la visión sustancializadora del género, es decir, de una sexualidad entendida como una relación de causalidad entre el sexo, el género y el deseo (Butler, 2007). Sin embargo, ¿cuál es rol del VIH en este escenario?
La homofobia como el racismo, son expresiones de la inmunización (y biologización) de la política del cuerpo social, introduciendo, en el ámbito general de la vida, “un corte entre lo que debe vivir y lo que debe morir” (Foucault, 2001: 230). Este fenómeno corresponde a un intento por fragmentar el continuum biológico del que se hace cargo la biopolítica, distinguiendo y produciendo subgrupos al interior de la población, subdividiendo la especie humana para facilitar la eliminación de los individuos peligrosos, cuya muerte permite que el cuerpo social sea más sano y puro (Foucault, 2001). Sin embargo, este corte entre la vida y la muerte, posee una distinción crucial entre las formas de gobierno soberano (caracterizado por la violencia y la exclusión) y el de la gestión biopolítica postpolítica de las poblaciones (cuyos ejes son el disciplinamiento y la integración), que es el modelo de gobierno que tendría lugar en el Chile neoliberal. El Sida puede ser entendido, y así lo confirman las errancias de la loca travesti, como un producto del capitalismo neoliberal que ejerce el mismo efecto que el racismo sobre la población negra o la homofobia contra los homosexuales. Es decir, es una enfermedad que puede ser concebida como la concreción de una intención eugenésica, usada para neutralizar el potencial subversivo de la homosexualidad, reduciendo sus flujos mutantes a un circuito cerrado y finito de identidades dóciles y prestablecidas.
El proceso de inmunización autoinmune se ejerce en un doble movimiento: por un lado, su edipización e higienización, personificada en la figura del homosexual gay estadounidense, considerado como figura paradigmática y ejemplar de la homosexualidad disciplinada en el primer mundo; y, por el otro, la intromisión deliberada del VIH que ingresa a Chile gracias a la permeabilización de su cuerpo social, dada la política neoliberal de la apertura de los flujos económicos y que tiene por objetivo neutralizar la singularidad de la loca. El homosexual aséptico-turista-infeccioso representado por Lemebel, es “blanco, musculoso, viril, narciso apolíneo y globalizado [y] dentro de él, de su aparente aséptica envoltura se aloja el invisible polizonte (…) [conformando una] metonimia de un ciudadano primermundista que penetrará literal y figurativamente la nación chilena” (Meruane, 2012: 175) para inmunizarla eugenésicamente contra los homosexuales que no se adscriban al modelo del “mister gay”. La dictadura dio la bienvenida al turista-infeccioso que posibilita la estrategia de inmunización autoinmune del neoliberalismo del Chile de posdictadura: a través de la intromisión deliberada de una forma atenuada de infección, es decir, de este gay aséptico, el cuerpo social consigue protegerse de una infección más virulenta, correspondiente a la influencia desestabilizadora de los homosexuales subversivos-locas. Así Chile es convertido en un cuerpo social expuesto al contagio del virus del neoliberalismo (Meruane, 2012) “que traviste de carnaval las cicatrices” (136), y tras su máscara liberal y humanitaria, esconde el potencial eugenésico de esta inducción de una inmunidad adquirida.
Palabras finales
Lemebel, con este texto, traza el modo en que el capitalismo de la era globalizada trunca las trayectorias moleculares de los cuerpos en busca de colmar sus potencias, y coopta a nivel molar los movimientos políticos para utilizarlos a su favor. El discurso desplegado desde la perspectiva del errar de la loca travesti pauperizada, descubre una estrategia política de inmunización autoinmune, como efecto de la instauración del modelo económico neoliberal. En un proceso de neoliberalización de sus políticas económicas y sociales, el Chile de la postdictadura se inmuniza en contra de la loca a través de un doble movimiento: (1) la higienización identitaria que construye un modelo aséptico, dócil y serializado de ser homosexual, producido e importado por EEUU; y (2) la intromisión deliberada del VIH al interior de su cuerpo social permeabilizado que expone a determinados cuerpos a la enfermedad y la muerte orgánica y social. En este sentido, podemos comprobar las palabras de Meruane, al afirmar que “el VIH en las crónicas de Lemebel se transforma en una metáfora del exterminio ideológico de la loca bajo el imperio norteamericano” (2012: 54). La loca, en estos términos, constituye un reducto de resistencia en contra de los influjos normalizadores del neoliberalismo que tiende a esconder su dimensión necropolítica tras un rostro inclusivo y humanitario para con las minorías.
Bibliografía
- Butler, Judith. 2007. El género en disputa. Barcelona: Paidós.
- Esposito, R. 2006. Bíos. Biopolítica y Filosofía. Buenos Aires: Amorrortu.
- Foucault, M. 2001. Defender la sociedad. Buenos Aires: Fondo de Cultura económica.
- Haraway, D. 1995. Ciencia, Cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza. Madrid: Catedra.
- Lemebel, Pedro. 2000. Loco Afán. Barcelona: Anagrama.
- Meruane, L. 2012. Viajes virales. Santiago: Fondo de Cultura Económica.
- Perlongher, Néstor. 2008. Prosa plebeya: Ensayos 1980-1992. Buenos Aires: Colihue.
- Preciado, B. Terror anal (133-172). En Hocquenghem, G. 2000. El deseo Homosexual. España: Melusina.
- Sontag, S. 2003. La enfermedad y sus metáforas. Buenos Aires: Taurus.
- Zizek, E. 2009. Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales. Barcelona: Paidós.
[1] Una versión resumida de este trabajo se presentó como ponencia en el III Simposio Pedro Lemebel. Nuevas Lecturas, organizado por la Universidad de Chile, la Universidad Alberto Hurtado y la Universidad Finis Terrae.
[2] Sede de la Tercera Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo (UNCTAD), construida durante el gobierno de Salvador Allende.
[3] Bar gay ubicado en Nueva York, que en 1969 sirvió de base de operaciones para uno de los primeros y más importantes movimientos políticos reivindicativos de las minorías sexuales.