El concepto “Literatura Popular”:
sus elementos constitutivos e implicancias

The concept "popular literature":
its constitutive elements and implications

 

Nadia Cecilia Pérez Valenzuela
Puerto Montt, Chile.
nperezv@outlook.com

 

Resumen: A pesar de que existe claridad respecto a la definición de “literatura popular” y los autores coinciden en los elementos que han de considerarse para ello (autor, lector ideal, temáticas populares), no existe mayor profundización sobre en qué consisten la autoría popular o el lector popular, ni se ha descrito el proceso de identificación con el grupo social al que se apunta.

Tomando como referencia a algunas fuentes teóricas del concepto, además de la recepción de obras y autores considerados populares; se espera determinar con mayor exactitud qué es la literatura popular y qué implicancias tiene que una obra literaria sea considerada como tal.

Palabras clave: literatura popular; autoría popular; lector popular; identidad.

Abstract: Depite the fact that there is clarity regarding the definition of “popular literature” and the authors agree in the elements that should be taken into account (autor, the ideal reader, popular topics), there is no further explanation about what popular authorship or the popular reader consist of, even the identification processwith the target social group has not been described.

Taking some theoretical sources of the concept as reference, in addition to the reception of other Works and authors considered as popular; it is expected to determine with further accuracy what the popular literatura is and the implications that a literary work should have to be considered as one.

Key words: popular literature; popular authorship; popular reader; identity.

 

 

 

Introducción

La “literatura popular”, es considerada un tipo de obra literaria creada por el pueblo, destinada para el pueblo o transmitida por el pueblo (Pedrosa, 2010). Sin embargo, resulta ambigua como clasificación ya que, sería necesario profundizar mayormente sobre a qué refiere cada uno de los criterios mencionados. De hecho, el mismo adjetivo resulta una delimitante y, a su vez, una limitante para el estudio con un enfoque literario; en primer lugar, porque desde esta área de estudio, no se han de considerar aquellos análisis netamente lingüísticos o sociológicos; y en segundo lugar, porque la delimitación lleva hacia un número reducido de fuentes de información que en algunas instancias resultan contradictorias o poco profundas en su análisis. Cabe destacar que este término puede relacionarse también con el concepto “folclórico”, aunque por su alta carga peyorativa, se recomienda evitar su uso.

Bajo estos precedentes, resulta necesario determinar las características que se han considerado para la denominación de este tipo de literatura y la manera en que han sido estudiadas las obras consideradas como populares. Para ello, se ha de efectuar una revisión bibliográfica de las fuentes existentes en esta  materia, ya sean de carácter teórico o de análisis literario. Dicha revisión, tiene como objetivo dar mayor claridad hacia las consideraciones para la denominación de una literatura popular; además de la ampliación de este concepto desde el posicionamiento del autor o autora, el receptor o receptora y los medios de divulgación.

Para el cumplimiento de estos objetivos, se ha tomado en consideración a autores y autoras como: Ana Cecilia Prenz, José Manuel Pedrosa y Mauricio Zabalgoitia; quienes han hecho un intento por definir el concepto de “literatura popular” y sus implicaciones a modo general. Además, académicos centrados en temáticas específicas de este término, tales como: Jesús-Graciliano González, por sus planteamientos hacia la autoría popular; María González, Luis Florez y Rodolfo Arias; enfocados en la lengua popular, y Andrés Pociña, enfocado en la relación del autor con los grupos sociales que representa.

¿Qué es la literatura popular?

Tal como se mencionó anteriormente, este concepto se desprende de su relación con el grupo social popular. De un modo más específico, Julio Carlo Baroja la define como aquella literatura elaborada por y para el pueblo (citado en Prenz, 2006). Este planteamiento delimitaría significativamente la cantidad de obras consideradas como tal, ya que al abordar el concepto “elaboración”, se estaría refiriendo a la autoría desde un grupo social específico. Además, en este caso en particular, lo sería tomando como lector ideal a un miembro del mismo estrato. Sin embargo, Ana Cecilia Prenz en su análisis respecto a la literatura de Torres Naharro, problematiza respecto a esto y menciona que no sólo aquello que proviene o está destinado al pueblo puede ser valorado como popular, sino que además han de ser observadas aquellas obras literarias que el pueblo ha adoptado como suyas (Prenz, 2006). Pero, ¿qué factores podrían determinar la apropiación de estas obras? Probablemente sean aquellas que se relacionen con el folklore, el mundo rural, o que emplee recursos de la oralidad o del mundo indígena (Ríos, 2001).

Considerando los aportes de Prenz, se ha de destacar la importancia de la recepción de las obras para su clasificación. Sobre esto último, José Manuel Pedrosa agrega que:

La literatura popular no es un corpus que pueda ser definido mediante criterios formales, estilísticos o de género, sino solo a través de su aceptación mayor o menor por el pueblo, fenómeno difícilmente mensurable, a veces muy dinámico e irregular. (2010, p. 33)

 

Por lo tanto, es posible inferir la existencia de una problemática aún mayor para definir el concepto en cuestión, ya que se estarían tomando en consideración tres conceptos principales: autoría, lector/a ideal y recepción. El primero de ellos, resulta mucho más sencillo de clarificar a partir del posicionamiento social del autor, junto con su biografía. Sin embargo, los restantes sugieren algunos problemas para aclarar; por ejemplo, ¿cómo definir cuando una determinada obra está dirigida al pueblo? o ¿qué factores intervienen en la adopción de obras del modo en que lo plantea Pedroza? Para poder responder a estas y otras interrogantes, resulta necesario abordar de manera particularizada, aquellos conceptos claves para la definición: posicionamiento del autor/a, proceso de identificación con la obra y el rol del lector/a.

 

El posicionamiento del autor o autora de obras populares

Tal como se ha evidenciado, el autor o autora cumple un papel cuya importancia varía según los planteamientos de algunos analistas. Sin embargo, todos coinciden en que es un elemento relevante para lograr un carácter popular. Por lo mismo, se ha sugerido la revisión de este factor, a modo de obtener un panorama más amplio respecto a lo que significa ser un autor de este tipo. Entre estos elementos, se han hecho aportes desde el rol del autor/a, su carácter desconocido y su pertenencia al grupo al que describe. Todo esto, con el objetivo de tener mayor claridad respecto a la manera en que ha sido abordado y sus implicancias en el tipo de literatura que se pretende conocer.

Desde un estudio centrado en la obra de Don Bosco, Jesús-Graciliano González plantea que la literatura popular “sería una literatura colectiva, anónima, dinámica, breve, dejada en manos de los usuarios y divulgadores, que la transmiten, la adaptan y que, por consiguiente, está sujeta a múltiples variantes” (2003, p. 90). De algún modo estas afirmaciones podrían contrastarse con las exposiciones anteriores, puesto que se estaría dando mayor realce al rol de la recepción para su clasificación popular; relevando al autor/a a factor menos determinante. Sin embargo, si se considera nuevamente el papel de este último en la creación literaria y la presentación de temas atingentes para el pueblo, no podría dejarse de lado.

Si se toma exclusivamente el carácter anónimo del autor/a mencionado por González, y complementado por Joaquín Álvarez a partir del concepto “no conocido”, se presentaría una paradoja considerable en torno a la figura de él; puesto que significaría que, una vez alcanzado el reconocimiento suficiente, no podría ser considerado como autor/a de obras populares. Este planteamiento, sugiere cuestionar, en primer lugar, desde dónde estarían hablando estos y otros teóricos que emiten dichas aseveraciones, ya que el posicionamiento desde la tradición podría intervenir en la estima que se tenga respecto a autores/as considerados/as populares. En segundo lugar, sería menester que se aclarara desde dónde es entendido el reconocimiento; puesto que podría provenir tanto desde los estratos populares como de aquellos representados por la tradición literaria. Por ende, abordar la recepción en relación a la característica popular del autor/a, sería un indicador con altos niveles de ambigüedad.

Este mismo planteamiento, deriva en una problemática importante respecto al posicionamiento social del autor/a. Prenz, respecto a Torres Naharo, afirma que sin duda su figura corresponde a la de un letrado, y que esta paradoja es relevante en la literatura popular. Afirma que sin la presencia de un/a autor/a con estas características, el estudio de la cultura se vería debilitado (2006). En palabras de Ginzburg (1976), el/la observador/a letrado/a actuaría como mediador/ra y “filtro” para la representación de este grupo social (citado en Prenz, 2006). Por lo tanto, es posible inferir de estos planteamientos que se están ignorando algunos aspectos importantes a considerar respecto a este elemento de la literatura popular: la procedencia y el grado de conocimiento de la cultura a la que hace referencia.

Esta idea es complementada por Andrés Pociña (2010) y su estudio respecto de la obra del dramaturgo Gil Vicente. En él, menciona que no es imperativa la procedencia popular para lograr una adecuada adaptación lingüística; tampoco es necesario introducirse demasiado en un grupo o subgrupo para poder representar problemáticas atingentes para el mismo. Este autor más bien adquiere un “pose” [con alto significado aleccionador, pero que no exige, ni mucho menos, una lectura «vivencial» o «de testimonio de algo vivido»] (Pociño, 2010). Dicha aseveración pondría en duda lo propuesto en el estudio sobre la literatura de Don Bosco, puesto que se menciona que el autor se apoyaba en su propia procedencia humilde para hacer uso de determinados recursos lingüísticos y así, poder captar la atención del/la lector/a objetivo/a. Sin embargo, no existe razón para dudar de que ambas situaciones son igualmente probables, tanto desde el popular letrado como del letrado que se instruye sobre lo popular.

 

El concepto de identidad en la “literatura popular”

Desde la propuesta de José-Graciliano González, lo popular es definido como contrario a lo culto. Menciona que el segundo corresponde a una expresión adulterada por la cultura y poco espontánea en comparación con el primer concepto (2003), o en palabras de Corrales (2010), una literatura auténtica y pura, versus una literatura híbrida, contaminada y menor (citado en Zabalgoitia, 2010); una afirmación bastante discutible. Este enfoque, puede ser complementado con los planteamientos de Pedroza, quien hace mención al adjetivo “popular” como un término de origen culto, lo que generaría una interdependencia entre ambos términos y los grupos sociales que representan cada uno (2010). Es decir, la literatura popular es denominada como tal, debido a que posee características que la diferencian que la literatura culta, y viceversa. En resumidas cuentas, la literatura popular sería adaptada a partir de los requerimientos e intereses del grupo social al que estaría dirigida y dicha adaptación se llevaría a cabo en contraposición con la literatura culta.

Para complementar esta idea, es necesario citar el artículo “Reflexiones sobre el teatro popular” del filólogo Joaquín Álvarez. En este texto, el autor vuelve a hacer un repaso del término “literatura popular” y agrega que puede denominarse como tal, aquella “que se haga con pocos medios, pero también el que en las ciudades no se ajuste a las normas, reglas, leyes y convenciones aceptadas por los árbitros de la estética y la ética urbana” (2010, p. 12). Por lo tanto, se ha de considerar como implicancia, la ruptura de la estética literaria propuesta por la tradición. En este sentido, “literatura popular” se podría relacionar, por ejemplo, con instituciones que tengan como objetivo el acceso libre a las obras por parte del pueblo. Además, se ha de estimar aquellas obras novedosas en relación con la tradición estética; es decir, aquellas que busquen nuevos formatos para su divulgación y que escapen de las estructuras fijadas desde lo culto. Sobre esta misma cita, es posible reconocer una postura tradicionalista y centralista, enfocada en los grupos urbanos y letrados; además, se deduce la clasificación popular de las literaturas de origen rural, indígena y rupturista.

Otro aspecto a relacionar con la cita anterior, es la manera en se exhibe a los miembros del estrato popular. En palabras del mismo autor, sería aquella manifestación “que se verifique en los pueblos, que aluda a ciclos festivos y religiosos” (p. 120). Por ende, tiene directa relación con costumbres y ritos folklóricos que requieren de un mayor conocimiento sobre el grupo al que se espera llegar. Además, estas acciones propiciarían un espacio de conocimiento respecto a aquellos grupos marginados de la esfera intelectual (González, 2003). Sin embargo, cabe señalar la importancia de esta representación cultural se encuentre debidamente adaptada en el uso del léxico, de modo tal, que el receptor logre la esperada comprensión e identificación (2003).

Desde la mirada de Eduardo Becerra (1995), el boom latinoamericano y sus temáticas populares surgieron para representar la realidad social; lo que Skármeta (1981) llama “realidad cotidiana” (citados en Zabalgoitia, 2010). En el contexto latinoamericano, se desarrollan con el objetivo de dar cuenta de la violencia e injusticia de una sociedad mezquina. Por lo mismo, afloran literaturas dirigidas a las minorías sociales, tales como: mujeres, homosexuales, pobres, entre otros (Becerra, 1995; citado en Zabalgoitia, 2010). Posteriormente, estas obras se convierten en un hábil recurso para representar a grupos, subgrupos y sociedades; por lo tanto, se transforman en una fuente de información para acceder a aquellas temáticas y saberes propios de la cultura popular.

 

El lenguaje popular

Si bien podría ser clasificado como un aspecto cultural abordado dentro de la temática identitaria; corresponde a una arista bastante desarrollada en lo que respecta a la literatura popular. En este ítem, resulta imperativo hacer una revisión conceptual para conocer a cabalidad en qué consiste este tipo de lenguaje; para luego, analizar las implicancias de su uso en la literatura, tanto desde su emisión como desde la decodificación realizada por el lector.

Sobre el lenguaje popular, la filóloga María González afirma que desde el sentido semántico se traduce, evidentemente, en la lengua del pueblo; es decir, un lenguaje común o coloquial que representa situaciones cotidianas con todas las variantes que se consideran para la enunciación (2006). Por lo tanto, al definir el uso de un lenguaje de uso popular, es necesario tomar en cuenta la situación de enunciación. Asimismo, cuando un determinado autor desea representar aquel contexto, ha de requerir un conocimiento pleno de las situaciones cotidianas y las posibles expresiones y enunciados con los que dispone para lograr una adecuación correcta. Por ejemplo, en el caso de un estudio respecto a la poesía de Rodrigo de Reinosa, se destaca la existencia de personajes populares marginales como delincuentes, prostitutas, o algún tipo de grupo étnico; asimismo, lo correcto sería que se evidencie una adecuada apropiación de los códigos lingüísticos correspondientes (Salvador, 2010). Esta misma idea, es complementada por González, quien asegura que el uso efectivo del lenguaje popular, otorga vida a cada personaje de la obra; además, los acerca mejor a la realidad que se espera describir.

Por lo tanto, es necesario profundizar respecto al lenguaje y al rol que cumple el/la autor/a en su adecuación. Sobre esto, Jesús-Graciliano González toma el ejemplo de Don Bosco y menciona que es imperativo que el autor o autora tenga la capacidad de ser entendido por el pueblo; para ello, debe adaptar lingüísticamente su discurso. Sin embargo, en este caso particular, correspondería a un letrado con origen popular, por lo que se infiere que este proceso resultaría mucho más sencillo. En lo que respecta a otras situaciones, tal como ya se ha mencionado, Andrés Pociña (2010) asegura que en realidad es una pose que utiliza el/la autor/a para desarrollar su obra de manera efectiva, pero no tiene que ver con una apropiación ni menos con la pertenencia a un determinado grupo popular. Aún así, es menester plantear algunas interrogantes como: ¿de qué manera se lleva a cabo la apropiación del lenguaje popular?, aquellos/as que lo retratan ¿lo hacen desde el estudio profundo de la lengua o desde su propia experiencia? Estas y otras preguntas, podrían dar solución a la díada entre lenguaje popular y formación académica.

En esta misma temática, Luis Florez hace énfasis en la decodificación de expresiones populares por parte de los lectores. Sobre este asunto, señala que existen situaciones en las que los receptores desconocen las realidades y léxicos (locales, indígenas) expuestos en las obras; lo que podría dificultar la comprensión. Para dar solución a esta problemática, se propone la identificación de dichas expresiones mediante cursivas, negrita; además de la incorporación de una glosa en la que se entregue el significado de las mismas (1945). Agrega que:

Con esto el lector estaría en capacidad de interpretar más certeramente la obra, sobre todo si fuera extranjero, y el autor hasta podría llegar a tener la satisfacción de saberse leído y comprendido por un público más o menos numeroso y disperso en el espacio y en el tiempo. (p. 353)

 

Con esta afirmación, se infiere que el autor, en primer lugar, estaría considerando aquellas variaciones diatópicas existentes en las diferentes comunidades de hablantes; además, la problematización respecto a esto tiene su razón en un fenómeno propio de la comercialización de la literatura. Sin embargo, si se contrasta con la idea de generar una literatura para el pueblo, esta decodificación o glosario no debiese considerarse; tampoco debería apuntar hacia un público extranjero.

Asimismo, si este aporte es revisado desde las concepciones existentes en torno a la figura del autor/a, tampoco debería considerarse la ampliación del público objetivo, puesto que ello derivaría en un conocimiento mayor del autor/a, y en consecuencia, la eliminación de su título de “anónimo”. Por lo tanto, en lo que respecta a las implicancias de las afirmaciones expuestas por Florez, es necesario replantearse aquellas ideas existentes sobre el uso de un léxico popular. Esta reformulación, deviene en algunas interrogantes como ¿qué tan relevante sería el léxico para la lectura masiva de una determinada obra popular?, en términos prácticos ¿qué tan conveniente resulta exponer el léxico particular de un sector y no emplear glosarios?, ¿qué implicancias tiene que un determinado autor decida emplear glosas en su obra?, ¿dejaría de estar destinada al pueblo?, ¿dejaría entrever una mirada más bien académica de una literatura que debería mostrarse más espontánea?

Algunos de estos asuntos son abordados por Rodolfo Arias en su artículo “El lenguaje popular y sus verdades”. En él, se desarrolla un punto de vista del lenguaje como un elemento de poder, ya que no solo permite que solo sea comprendido por aquellos que pertenecen al mismo grupo social, sino que además, da a conocer la existencia de códigos y símbolos posibles de utilizar en determinados contextos; por ende, si se consideran los tres factores motivacionales propuestos por David McClelland, el lenguaje popular sería una herramienta para la pertenencia y el poder (2012). Estas afirmaciones, en contraste con la postura de Florez, definen un pensamiento mucho más centrado en una literatura popular centrada en grupos determinados por medio del lenguaje. Desde este punto de vista, el empleo de determinadas expresiones serviría como factor crucial para la selección del lector o lectora. Por lo mismo, se reafirmaría la poca utilidad de los glosarios para estas situaciones de uso.

 

Conclusiones

Tras la revisión bibliográfica de los aportes que diversos autores han hecho al concepto de “literatura popular”, resulta necesario hacer una recopilación de la información recabada sobre los diferentes elementos estudiados. Además, se considera importante realizar algunas proyecciones sobre aquellas ideas inacabadas o que se consideren relevantes para su profundización. Todo esto, con el objetivo de llevar estos aportes en práctica para el análisis literario de obras previstas como populares.

En primer lugar, destacar el carácter ambiguo de algunos conceptos que dicen relación con la literatura popular. Por ejemplo, el concepto “pueblo”, que para ser definido sería necesario recurrir a fuentes sociológicas y hacer un análisis más exhaustivo respecto a ello. Además, corresponde a un concepto bastante amplio en cuanto a los grupos sociales que podrían componerlo, generando el uso de otros conceptos bastante generales como “marginados/as” o “indígenas”, sin profundizar respecto a las particularidades de los subgrupos que los componen, posiblemente por la complejidad de ello.

En lo que respecta al rol y percepción respecto de la autoría, es menester recopilar algunas consideraciones sobre su (no)pertenencia a los grupos sociales que son representados en su obra, que sería una de las principales polémicas de la clasificación “popular”. Sobre esto, destacar la incidencia de tres conceptos fundamentales para caracterizar al autor/a: procedencia, manejo y grado de representación. A pesar de la diferencia de percepciones con respecto al primer elemento, cabe destacar que en definitiva, estos tres conceptos se evidencian en la manera en que se abordan las temáticas populares y el manejo del lenguaje popular. Son estos dos elementos los que finalmente cobran relevancia para la identificación y adopción de ciertas obras por parte de la cultura popular.

A raíz de esta conclusión, se desprende una problemática y posible proyección para un estudio futuro: estas temáticas relativas al pueblo ¿son igualmente pertinentes en el mismo subgrupo de cualquier lugar?, ¿o acaso la literatura popular tiene límites geográficos que van más allá del conocimiento de ciertas temáticas y palabras? Además, ¿cómo pueden ser vertidas estas revisiones bibliográficas y conceptuales en el contexto del análisis literario?, ¿se debe dar cuenta de la presencia o ausencia de las características enumeradas y constituyentes de una literatura popular?, ¿o más bien se debe dar por sentado y es necesario hacer énfasis en los nuevos aportes que una determinada obra puede hacer al concepto “literatura popular”?

 

 

Bibliografía

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