Los que estuvieron allí, aun sin estarlo[29]

 

Carlos Gómez Agüero

 

Panini, Jalil ibn Ahmad, Petrus Hispanus, Dante Alighieri, Francis Bacon, Ferdinand de Saussure, Nikolai Trubetzkoy, John Firth y Ludwig Wittgenstein, la conexión más evidente entre ellos es la lingüística, pero hay una relación más, un poco más profunda que los une: todos ellos realizaron de una forma u otra un aporte revolucionario para épocas posteriores. En principio parece algo pretencioso, pero más adelante explicaré por qué hago esta afirmación. Para establecer el parámetro que aclarará por qué estaban adelantados a su época he considerado que los aportes hayan sido transcendentes tras su muerte con una prevalencia de décadas o incluso de siglos.

En el siglo IV a.C., el mundo sufría de cierta centralización del conocimiento, es decir encontraba sus principales aportes científicos en lugares como Grecia, Roma y China. Durante ese periodo aparecería el aporte de un emergente lingüista llamado Panini, proveniente del pueblo de Shalatura, India, quien describió la gramática y la fonética que se encontraban en las escrituras védicas (llamadas así por la religión predominante en aquella época en la India), algo totalmente inesperado para ese entonces, teniendo en cuenta que la primera gramática sería recién publicada en el siglo I a.C. por Dionisio de Tracia, y aún más si se tiene en cuenta que el primer fonetista de los tiempos modernos, Matthies, recién llegaría en 1586. En gramática, sus aportes fueron notables, ya que describió casi en su totalidad lo que la gramática generativa llamaría varios siglos después la estructura profunda. Pero sus aportes recién serían descubiertos en el siglo XIII, y servirían de base para la gramática comparativa en el siglo XIX.

Jalil Ibn Ahmad, filólogo omaní, que en el siglo VIII publica el primer diccionario en lengua árabe -algo al parecer no tan sorprendente-, es el primer lingüista en preocuparse de las lenguas vulgares, es decir, un pequeño adelanto a los conceptos de la langue y la parole de Saussure y, además, un acercamiento al estudio empírico y sociológico del lenguaje. Al igual que Panini, realizaría detalladas descripciones fonéticas, cuyos estudios serían publicados póstumamente por su discípulo Al-Halil.

Petrus Hispanus en el siglo XIII haría un nuevo gran aporte a la teoría del signo lingüístico, al distinguir lo que él llamó significatio, es decir, la relación que existe entre una palabra y lo que esta busca designar o el objeto al que hace referencia, y deriva de esto la suppositio, es decir, la capacidad de cambiar una palabra por otra en base a su significado; ambas distinciones serían, por supuesto, vitales para los siglos venideros, en la búsqueda de la sistematización de la ciencia lingüística. Sus distinciones junto a las de Jalil comparten el hecho de haber abierto, en cierta manera, el estudio de la lingüística a una nueva forma de análisis: la variación lingüística, pues investigar la lengua como algo social tal como hacía Jalil implica, por una parte, un acercamiento a las formas en que se usa el lenguaje en distintos contextos, y, por otra el distinguir la suppositio, cumple la misma función, puesto que se abre paso la posibilidad de estudiar las formas lingüísticas propias de determinados lugares en torno a los modismos que son parte de la sinonimia.

Dante Alighieri, conocido fundamentalmente por su obra poética, Divina Comedia y autor de De Vulgari Elocuentia en el siglo XIV, obra similar a la que realizaría Petrus Ramus, pero en el siglo XVI, es decir, doscientos años después. En esta obra Dante compara el latín, con distintas lenguas vernáculas y en su búsqueda por encontrar la lengua de origen divide su trabajo en tres lenguas: Lingua occitana, Lingua d'oïl y Lingua italiana; y también describe catorce dialectos italianos, lo que supone un anticipo respecto de la gramática comparada e histórica que se explotaría recién en el siglo XIX. Aunque, tristemente, no alcanzó a terminar su obra, por razones aún desconocidas, su trabajo fue elogiado por Antonio de Nebrija, autor de la Gramática castellana, 1492.

Ya mucho más tarde, entre los siglos XVI y XVII, el filósofo inglés Francis Bacon, realizaría un aporte a la lingüística trascendental: adelantó lo que Saussure llamaría la arbitrariedad del signo, al abordar el problema de la designación y de la representación; es decir, realiza un trabajo subversivo, semiológico, alejado del interés diacrónico que empezaba a dominar la época. Determina la arbitrariedad del signo lingüístico, al poner como mediador del entendimiento al pensamiento cuyas significaciones no son inherentemente iguales para todos, quizás avanzando un poco más allá pone de relieve por primera vez el contexto como base de la comunicación, al hablar de la situación en que se abstrae el significado de un concepto. Si se reconocen estos hechos, Bacon no solo se adelanta a la semiótica, sino que incluso se acerca a la pragmática, sostengo esto basándome en su idea de usar la experiencia para el estudio, abandonando las ideas preconcebidas o ídolos como él las llama. Además de sus aportes a la ciencia en general como fundador del empirismo y sobre todo al proponer el razonamiento inductivo por sobre el deductivo, preponderante en esa época, un siglo más tarde influiría en el trabajo de otro importante filósofo como lo fue John Locke.

Ahora me referiré a todos aquellos lingüistas, que fallecieron antes de la publicación de sus principales obras, o cuyos trabajos adquirieron importancia inmediatamente tras su muerte.

El primero de ellos es Ferdinand de Saussure (1857-1913), de quien he hablado ya anteriormente. Su trabajo más conocido –que llegaría a la luz tres años después de su fallecimiento-, una recopilación de dos ex alumnos, el “Curso de lingüística general”, vendría en 1916 a revolucionar la lingüística –o a darle forma-, al sistematizar los aportes relevantes en torno a la lingüística, y aportaría con conceptos que siguen vigentes, principalmente sus tres principios en torno al signo lingüístico: arbitrariedad, linealidad y discontinuidad, siendo este último trascendental, puesto que sería retomado por Hjelmslev bajo el concepto de purport. Pero su más grande aporte al mundo lingüístico vendría con lo que se ha especulado fue la razón de no publicar tamaña obra en vida (además de la baja aceptación por parte de sus pares respecto a obras anteriores): el carácter sincrónico en el que centraba su análisis, ya que el paradigma vigente, la gramática comparativa e histórica, como su nombre lo dice se basaba en un estudio evolutivo de la lengua, este nuevo enfoque era considerado en aquella época como no científico. El aporte de Saussure es tal que la mayoría de las nuevas ciencias lingüísticas están basadas en su obra, e incluso aquellas que no lo son, al aplicarse a la semiótica y a las más diversas áreas que esa disciplina cubre. Prueba de lo dicho es que no sólo el paradigma siguiente al estructuralismo, el generativismo que toma los conceptos de langue y parole y que su fundador, Chomsky, los actualiza como competencia y actuación, sino que el subsiguiente, la pragmática, también contiene implícitamente las distinciones básicas de Saussure al ahondar en la parte no abordada por los paradigmas anteriores, la parole, que aún sigue presente.

Nikolai Sergeievih Trubeztkoy (1890-1938), quien fue uno de los miembros fundadores del circulo de Praga, por así decirlo fue “el Saussure de la fonología”, ya que se encargó de sistematizar todas las cuestiones fundamentales sobre los sonidos de la lengua, en su obra publicada un año tras su muerte “Principios de la fonología”. Lo que se sintetiza en esta obra delata el valor de aportes más tempranos, si consideramos que se realizó en el siglo XX, teniendo en cuenta que tanto Panini (IV a.C.) como Jab Ahmad (VIII d.C.) lo habían señalado ya más de diez siglos antes.

John Rupert Firth (1890-1960), lingüista británico, que a diferencia de sus predecesores no deja una obra póstuma; pero, si bien sus aportes fueron importantes en vida, estos adquirieron en la década de 1960, tras su defunción, mayor realce, esto porque en esos años nace en Edimburgo un gran interés por desarrollar sus ideas, con la llamada Escuela Neofirthiana y su trabajo influyó mucho en reconocidos representantes de su línea como Halliday y Palmer, en torno a la gramática, y además, fue una de las bases más influyentes para el trabajo investigativo de la prosodia, a pesar de no estar dirigido en torno a ese aspecto.

Finalizaré este recuento con el caso de Ludwig Wittgenstein (1889-1951), lingüista y filósofo austriaco, a quien se le considera como una parte importante en la fundación del Circulo de Viena (entidad filosófica que busca a través de ésta dilucidar lo que es y lo que no es ciencia, además de la búsqueda de un lenguaje común para el entendimiento de las ciencias), por su obra Tractatus logico-philosophicus, pero que él mismo más tarde rectificaría desmarcándose totalmente del pensamiento ilustrado contenido en esta obra, mediante la publicación de dos textos (tres en estricto rigor) póstumos, Los cuadernos azul y marrón e Investigaciones filosóficas, en esta última actualiza y reordena sus ideas publicadas en la obra anterior. Es un caso especial puesto que él influye en un grupo estando vivo, pero tras su muerte rectifica todo lo dicho anteriormente desmarcándose totalmente del pensamiento que él construyó.

En conclusión, en esta sintética exposición, donde se han seleccionado solo algunos nombres -es posible elaborar una investigación mucho más profunda con más estudiosos y nuevas relaciones-, he abordado lo referido al modo en que algunos intelectuales, en este caso lingüistas, lograron trascender con sus ideas más allá de lo esperable, ya sea haciendo conjeturas muy adelantadas a su época o produciendo corrientes de pensamiento incluso tras su muerte. Muchos de los nombres que aquí aparecen generaron nuevas formas de pensar o ayudaron al progreso de las ideas que ya existían, incluso a través de aquellas de las que no tenían el interés de realizar, algunos de forma explícita como Wittgenstein, otros de formas implícitas como Saussure, quien no quiso publicar sus ideas revolucionarias en vida, a pesar de su interés.



[29] Este ensayo fue escrito en el marco del trabajo final del curso “Bases teóricas del lenguaje y la comunicación” que dicta la Dra. Claudia Rosas en la carrera de Pedagogía en Lenguaje y Comunicación de la Universidad Austral de Chile.